Rescatados

El primer viernes de marzo es un día señalado para los devotos de Jesús de Medinaceli. Miles de personas pasarán ante él.

Rescatados

Este día no coincide con la fiesta oficial litúrgica, que se celebra el día de Cristo Rey, sino que es la fiesta oficial del pueblo. No se sabe por qué se eligió ese día, pero podemos suponer que se inspira en uno de los textos importantes del Evangelio. Aquel que dice: “Estuve en la cárcel, cautivo, y vinisteis a verme, a redimirme“ (Mt 25, 31-46)

Al celebrar este día y al fijar nuestros ojos en la imagen del Cristo cautivo y rescatado, hemos de acordarnos también de lanzar nuestra mirada a tantas personas que se acercan a nuestra tierra, migrantes, y que muchas veces somos incapaces de acoger y ofrecerles nuevas posibilidades para rehacer sus vidas. 

Teniendo en cuenta los orígenes de nuestra fe y los valores sobre los que se asienta nuestra cultura judeocristiana, recordamos que la Biblia en el Antiguo Testamento nos presenta muchas historias y experiencias migratorias, de exilio y hospitalidad. Experiencias que están en los orígenes del Pueblo elegido. Además, entre las normas de conducta, Israel tenía una clara prohibición de oprimir, explotar o vulnerar los derechos del emigrante: «No vejarás al emigrante» (Ex 23,9), «No lo oprimiréis» (Lev 19,34), «No lo explotaréis» (Dt 23,16), «No negarás el derecho del emigrante» (Dt 24,17), «Maldito quien viole los derechos al emigrante» (Dt 27,19). Podemos decir que la Biblia presenta una mirada rica y una actitud positiva ante los migrantes. 

 

 

El mismo Jesús se presenta como un migrante. Mateo muestra la infancia de Jesús y a la Sagrada Familia bajo una primera y cruenta experiencia de emigración forzosa (Mt 2,14-15). Por su parte, el Evangelio de Lucas narra el nacimiento de Jesús fuera de la ciudad «porque no había sitio para ellos en la posada» (Lc 2,7). Y ya, en su vida pública, Jesús recorría aquellos pueblos y aldeas enseñando, predicando y curando. Su experiencia itinerante hizo que pusiera su acento en la acogida y la fraternidad, identificándose con los más pequeños y convirtiendo al migrante en signo de acogida de su reino: «Fui extranjero y me acogisteis» (Mt 25,35). 

La Iglesia nos invita a estar atentos a los “signos de los tiempos”, y éste es uno de ellos. Es verdad que, como indica el Papa Francisco, para hacer frente y dar respuesta al fenómeno de la migración actual, es necesaria la ayuda de toda la Comunidad internacional, puesto que tiene una dimensión que supera las posibilidades y los medios de muchos Estados. Pero también es verdad que necesitamos un cambio de mentalidad. Necesitamos pasar de considerar al otro como una amenaza y valorarlo como alguien que con su vida y valores puede contribuir a la riqueza de nuestra sociedad. En la cuestión de la migración no están en juego solo ‘números’, sino ‘personas’, con su historia, su cultura, sus sentimientos, sus anhelos… Personas que necesitan protección.

Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España

  • Compártelo!