Luz en la Ciudad

José-Román Flecha Andrés
[Reflexión]
Luz en la Ciudad

El día 26 de septiembre de este año 2015 por la tarde, el Papa Francisco celebró la santa misa en el célebre Madison Square Garden de Nueva York. En la primera lectura de la misa se leyó un texto del profeta Isaías que dice: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz» (Is 9,1).

Según el Papa, el pueblo creyente es capaz de ver en medio de sus oscuridades la luz que Cristo viene a traer al mundo. El pueblo creyente sabe mirar, discernir y contemplar la presencia viva de Dios en medio de su vida, en su ciudad, a pesar de la nube de la contaminación que con frecuencia la cubre. Es cierto que la ciudad es muy compleja.

• En la ciudad se encuentra la persona con una gran diversidad de culturas, de tradiciones y de historias, que se reflejan en la variedad de lenguas, de vestidos, de alimentos. Surgen grandes desafíos difíciles de resolver. 
• Las grandes ciudades presentan la pluralidad de maneras que los seres humanos hemos encontrado de responder al sentido de la vida en las circunstancias donde nos encontrábamos.
• Pero las grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría. Bajo el ruido del tránsito y el ritmo del cambio, quedan silenciados muchos rostros por no tener «derecho» a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad.
• Ahí quedan los extranjeros, sus hijos sin escolarizar, los privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos, en un anonimato ensordecedor. Y se convierten en parte de un paisaje urbano que vamos considerando poco a poco como normal.  
Sin embargo, la vida de la ciudad puede ser también en este tiempo un espacio de gracia y de esperanza.
• Nos llena de esperanza saber que Jesús sigue caminando por nuestras calles, mezclándose con su pueblo, implicándose e implicando a las personas en una única historia de salvación, nos llena de esperanza.
• Esa esperanza nos libera del aislamiento, de la indiferencia frente a  la vida de los demás, de nuestras «conexiones» vacías, de los análisis abstractos o de las rutinas sensacionalistas.
• Esa esperanza no tiene miedo a involucrarse, sino que actúa como fermento en los rincones donde nos toca vivir y actuar y nos invita a ver en medio del «smog» la presencia de Dios que sigue caminando en nuestra ciudad, porque Dios está en la ciudad.
Estas no pueden ser falsas ideas para tranquilizarnos. Hemos de «aprender a mirar», para descubir a Jesús como «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz» (Is 9,5-6). 

El Papa Francisco nos recuerda que Dios vive en nuestras ciudades y la Iglesia vive en nuestras ciudades. Es más, si Dios y la Iglesia viven en nuestras ciudades, quieren ser fermento en la masa, quieren mezclarse con todos, acompañando a todos, anunciando las maravillas de Aquel que es Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.
 
José-Román Flecha Andrés

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