Wilson Suárez, misionero capuchino en Guinea Ecuatorial

Wilson Suárez, misionero capuchino en Guinea Ecuatorial

Wilson Bernardino Suárez Danies, nació en un pueblo llamado Barrancas (Guajira, Colombia, Suramérica) el 20 de mayo de 1965. Hijo de Francisco Javier Suárez Ucroz, ya fallecido y de Dolores María Danies Díaz, es el menor de seis hermanos. Su familia es de origen campesino y muy religiosa; sobretodo, su madre de la que aprendió los valores de la vida cristiana y el amor a Jesús y María. Estudió hasta el grado noveno y terminó el bachillerato en el interior del país en una población llamada Chía (Cundinamarca). Su infancia está llena de hermosos recuerdos. Disfrutó de tiempo suficiente para el juego, la distracción, el estudio. Creció en un ambiente tranquilo y lleno del folclore vallenato, la música de la región Caribe, de su país. 

Wilson, ¿recuerda cómo fueron sus primeros contactos con los capuchinos?
A la Guajira llegaron hace muchos años, los misioneros capuchinos de Italia, de la regios de los Abrussos, trabajo que realizaron hasta la erección de la única Provincia Capuchina de Colombia, el 3 de febrero de 1990. La mayoría de los misioneros regresaron a Italia, otros se quedaron en Colombia, hoy gozan de la presencia del Señor en el cielo. Desde niño he conocido a los Capuchinos, tanto así que todos los sacramentos de iniciación cristiana los he recibido de mano de ellos.  Fui bautizado por el P. Ricardo de Guadiagrelle, hice mi Primera Comunión con el P. Casiano (Donato di Monte), me confirmó Monseñor Livio Reginaldo Fischione; el mismo que me ordenó como sacerdote. En el año 1982 llegó a mi pueblo un capuchino llamado Massimo Bozzi que nos invitó a formar un grupo de monaguillos y fue allí donde el señor me llamó y el 30 de enero de 1983, ingresé a los HH MM Capuchinos, en el Seminario de la Caro (Chía, Cundinamarca) donde terminé mis estudios secundarios, décimo y undécimo grados. Como aspirante inicié mi formación académica de Filosofía y Teología en la Universidad de San Buenaventura en la ciudad de Bogotá (Colombia). En el año de 1989 hice mi noviciado en Tabio (Cundinamarca) y la primera profesión religiosa el 4 de febrero de 1990, en la nueva Provincia de Colombia, María Madre del Buen Pastor. Hice mis votos perpetuos el 23 de abril de 1994 y me ordené el 3 de diciembre de 1995. – Me hice capuchino gracias al testimonio de sencillez y humildad de los Misioneros italianos, ellos me enseñaron el rostro de Cristo, a través de su trabajo con los pobres y con ellos conocí a San Francisco y a Santa Clara de Asís; que no hicieron otra cosa que seguir a Cristo pobre y crucificado. Aprendí también el amor por la misión y el dejarlo todo por Cristo. Llevo 26 años de vida religiosa y cada día estoy más enamorado de mi vocación. Hace 3 años el Señor me invitó a dejar mi tierra para ir a una tierra lejana y fue así como llegué a la misión de Guinea Ecuatorial (Centroáfrica). Es una misión hermosa pues se puede vivir el carisma capuchino, la cercanía al pueblo, el trabajo con los pobres, los enfermos, los excluidos. Se puede vivir el Evangelio que, en definitiva es servir a Cristo en los más necesitados.  

Háblenos de las tareas que le han encomendado sus hermanos.
Dentro de la Orden de los Capuchinos he desempeñado varios trabajos. En el año 1995,  siendo profeso perpetuo me nombraron como Director de los Postulantes en Pasto (Nariño, sur de Colombia). En 1996, apartir de julio, fui nombrado como Director del internado indígena de Nazareth (Alta Guajira) en la parte norte de Colombia, lindando con Venezuela. En 1999 fui nombrado como Director de la etapa del postnoviciado en Bello (Antioquía). En el 2003 fui nombrado como Vicario parroquial de la Parroquia del Carmen en Barranquilla (Atlántico). En el 2005 fui párroco de la Parroquia de Santiago Apóstol en Pasto (Nariño). En el 2011, párroco de las Tres Avemarías de Valledupar (César, al norte de Colombia) y desde 2014 presto mi servicio en la misión de Guinea Ecuatorial.     

Y ahora, ¿En qué consiste su misión en Guinea Ecuatorial?
Cuando llegué a Guinea mi misión era la de fortalecer la fraternidad de Mbini, ya que dos de los hermanos tenían que regresar a Colombia, pero luego se vio la necesidad de ir a Bata, ya que uno de los hermanos viajó urgentemente a su tierra por la enfermedad de su madre, el P. Galo Flor de la Custodia del Ecuador, desde ese momento presto mis servicios en la fraternidad de Bata. En enero de este año fui nombrado como párroco de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, una parroquia que nació el 4 de noviembre de 2012 y cuyo primer párroco fue el P. José Luís Engono, guineano, de la Provincia de España. Mi trabajo como párroco consiste en acompañar a toda la comunidad y animarlas a fortalecer su fe en Cristo y en María. Como toda parroquia, tiene muchos grupos con un carisma diferente.


Llevo la evangelización de niños y de jóvenes en la catequesis de Primera Comunión y confirmación. Los cursos prebautismales para padres y padrinos; las visitas diarias a los enfermos, cuya pastoral se hace completa, ya que los enfermos están muy necesitados de todo, tanto de la parte espiritual como material. Se les visita y se les ayuda en todo lo que necesiten; medicamentos, comida, vestidos y otras necesidades básicas. Nuestra casa en Bata está abierta para el pueblo, acuden a nosotros con toda confianza, para dialogar, para estudiar, para hacer deporte; se sienten muy bien acogidos y nosotros nos sentimos muy bien con su presencia. En nuestra fraternidad encuentran los espacios que no tienen en sus casas. Y hemos visto que muchos jóvenes han dejado actos nocivos y ahora se dedican al deporte. Somos conscientes de que podemos hacer mucho más y estamos dispuestos a seguir entregando nuestras vidas a favor de los más necesitados. 

¿Cómo son las personas que ustedes atienden en la misión de Bata?
La gente de Guinea Ecuatorial, sobre todo con los que trabajamos, es muy sencilla, humilde, sobre todo las mujeres. En ellas vemos valores muy buenos: de responsabilidad, de entrega total, de trabajo, de sacrificio. En los hombres vemos un poco de pesimismo, de tranquilidad, de pereza; se percibe en ellos el deseo de conseguir el dinero fácil, sin esfuerzo, sin sacrificio.  Aunque el país de Guinea es muy pequeño hay muchas necesidades básicas, de agua potable en sus casas, alcantarillado, servicios de energía estable, educación y el servicio de salud para todos. Además de eso faltan muchas posibilidades de trabajo; el trabajo que la mayoría hace es informal, no hay empleo, ni equidad en la distribución de los recursos, hay mucho desigualdad social, pocos con mucho y muchos con poco. Aunque últimamente han cambiado muchas cosas y se prevé que otras seguirán cambiando. Desde nuestra misión estamos trabajando para ir poco a poco sembrando la semilla del Evangelio e ir contribuyendo a una transformación en las personas, sobre todo a nivel espiritual. 

Tengo entendido que usted está haciendo un proyecto muy especial.
El proyecto que actualmente tengo es el de la construcción del nuevo templo de Nuestra Señora de los Dolores en Bata. Una de las actividades que atrae mucha gente es la celebración de las eucaristías dominicales, actualmente tenemos dos eucaristías la de 7 y la de 9 de la mañana; poco a poco el número de fieles ha ido creciendo, causa por la cual mucha gente se queda de pie. En la capilla aproximadamente cabían 200 personas sentadas quedándose en pie otro resto, por eso vi la necesidad de hacer un templo nuevo y comenzamos con la misma gente a recoger ofrendas para dicho propósito, tal fue el éxito que en 3 meses, conseguimos levantarla y pasó de 200 personas a 700 personas. La idea es continuar con el proyecto hasta darle feliz término. Actualmente falta el piso, el cielo raso, las instalaciones eléctricas, la pintura externa e interna, etc. El impacto en la gente ha sido muy positivo y ha servido para que muchos hermanos y ha servido para que muchos hermanos que se habían retirado de la Iglesia, vuelvan nuevamente. 

Cuéntenos alguna experiencia que recuerde con especial agrado.
En los 3 años que llevo como misionero, son muchas las cosas que suceden a lo largo del trabajo pastoral y muchas experiencias bonitas que lo animan a uno a seguir adelante. Recuerdo una vez que fuimos a visitar una enferma y entramos a su habitación y que sorpresa nos llevamos al mirar a la señora ciega, durmiendo en el suelo, sin comida, abandonada y eso nos llevó a sensibilizar a la gente de la parroquia para hacer algo por esa persona. Comenzamos a hacer un fondo para los enfermos miércoles y sábado y pudimos acondicionarle la habitación y darle todo lo necesario. Ahora es una de nuestras mejores fieles y ver su cambio: de un rostro amargo a otro alegre; la sonrisa volvió a aparecer en su cara dejando atrás la tristeza y amargura que la consumían, por la miseria en la que vivía. Sus palabras son ahora de agradecimiento y bendice a cada instante nuestro trabajo. 

Después de estos años de misionero, ¿qué mensaje dejaría a nuestros lectores?
El Señor Jesús nos ha llamado a cumplir una misión y espera de nosotros una respuesta positiva. El mismo da la gracia para llevarla a cabo, sólo hay que decir como el profeta: “Aquí estoy Señor para cumplir tu voluntad” o como dijo “María aquí está la esclava del Señor hágase en mi según tu palabra”. Muchas veces queremos que el Señor cumpla nuestra propia voluntad y no nos damos cuenta de que nuestra voluntad se convierte en capricho y que nos puede llevar a la destrucción y a la muerte. Sólo la obediencia a Dios nos dará la verdadera vida y en la medida que cumplamos su voluntad encontraremos la realización de nuestros proyectos y la razón de ser de todo lo que hacemos. Por eso es bueno que renunciemos a nuestros propios caprichos y dejemos vía libre a la voluntad de Dios y digamos todos los días, “Señor que no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tu”. 

 
   

 

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