Jesús Colina, director de Aleteia.org

Jesús Colina, director de Aleteia.org

1-Cuéntanos quién es Jesús Colina.

En mi vida hay cinco palabras que se me han quedado grabadas sin comprender el porqué: “Te seré propicio en Roma”. Son las palabras que San Ignacio de Loyola percibió en una experiencia mística, recibida a las puertas de la Ciudad Eterna, cuando llegaba para presentar al Papa la Compañía de Jesús.

A pesar de que sinceramente yo encontraba Roma bastante incómoda, el eco de esa frase me llevó a dejar mi país, España (nací en 1968, en Miranda de Ebro) para ir a trabajar como corresponsal en el Vaticano, después de haber estudiado Ciencias de la Comunicación en la Universidad Complutense y Filosofía en la Universidad Pontificia Gregoriana. 

Años antes, mientras estudiaba Filosofía,  vivía una auténtica lucha interior. Me sentía entre dos mundos. Por una parte, me daba cuenta de la riqueza del mensaje cristiano, de su capacidad para transformar nuestras vidas gracias al encuentro con Cristo, para transformar el mundo, a través del amor, en especial por los más necesitados (auténtica presencia de Jesús)… Por otro lado, me daba cuenta de la indiferencia que encuentra el cristianismo, en parte y sobre todo, por nuestra incapacidad para compartir, para comunicar el Evangelio. Parecería que hacemos del cristianismo un privilegio de pocos “iniciados”, condenándolo así a ser irrelevante. 

Sabía que el Evangelio requiere, ante todo, testigos del amor. Me dije también que valía la pena dedicar mi vida a la comunicación de esta buena noticia, del secreto de la felicidad. Por eso, comencé trabajando en el periodismo. En 1991, comenzaba una agencia de información internacional sobre el Vaticano, I. Media (imedia-info.org), y tuve la suerte de que me ofrecieran un trabajo. A partir de entonces, esto me enganchó. Me sentía el hombre más afortunado de la tierra: podía vivir de lo que más me gustaba. 

Poco después la arquidiócesis de Madrid lanzaba el semanario “Alfa y Omega” y tuve la suerte de poder colaborar con esta publicación durante más de dos décadas como corresponsal en Roma.

En esos años, y estando en ese semanario, pude constatar que casi la mitad de los católicos del mundo hablan castellano y que, sin embargo, no había una agencia católica internacional que informara sobre lo que pasaba en Roma. Ahora, con Internet todo ha cambiado. Pero en aquella época, recibíamos muchos mensajes de periódicos católicos diocesanos, parroquiales, de congregaciones religiosas, de asociaciones, que nos pedían republicar los artículos, pues no existía una agencia de lengua española.

Fue así como se me ocurrió la idea de lanzar la agencia de noticias Zenit.org, en 1997, que pudo beneficiarse del impulso que supuso la expansión de Internet en el mundo. De hecho, ya en 1998 comenzamos la edición en inglés de Zenit, y luego siguieron otros seis idiomas.

Por cierto, en todo esto, también en Roma conocí a la que después sería la mujer de mi vida, Gisèle, francesa, quien estaba encargada del centro para los jóvenes que había fundado Juan Pablo II en el Vaticano. Ni que decir tiene que los tres hijos que tenemos son los más fantásticos del planeta Tierra.

En esos años, pude colaborar también con la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL.org), como director editorial. Fue una experiencia apasionante, pues me permitió estar en contacto con una cantidad enorme de realidades evangelizadoras en la comunicación y ver el dinamismo vital de la Iglesia en ese subcontinente. 

En 2006, por sugerencia de monseñor Enrique Planas, quien esa época era encargado del área de lengua española del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, junto a otros tres colegas, lanzamos H2O, un servicio de información religioso multimedia, que creando formatos innovadores, en colaboración con el Vaticano, se convirtió en fuente para televisiones católicas y páginas web. 

En esa época sufrí una buena crisis personal, pues en todos estos años había mantenido una buena amistad con los Legionarios de Cristo, y en particular, con su fundador, Marcial Maciel. Como Juan Pablo II, veía en ellos una esperanza. Junto a otras realidades, me ayudaron mucho a lanzar Zenit. Cuando se supo que el fundador en realidad había cometido graves crímenes y abusos, quedé bajo shock. Lo sentí como una traición. Fue una experiencia que me enseñó lo más fundamental del cristianismo: poner sólo la confianza en Dios, porque si dependemos de los hombres estamos fritos.

¿Cómo llegaste a Aleteia? 

Poco a poco, en esos años,  junto a buena parte de mi equipo de trabajo, nos dimos cuenta de que era necesario dar un salto de calidad: Zenit.org tenía únicamente un formato escrito y estaba dirigido a un público de gente muy interesada y comprometida en la Iglesia. Hacía falta hacer algo nuevo. Algo para el cristiano de la calle, con sus dudas, sus búsquedas, sus ilusiones, sus fracasos, su soledad. Finalmente decidí dedicarme al sueño/crisis que había experimentado en la universidad: compartir el Evangelio con un lenguaje multimedia, evitando convertirnos en jueces de otras personas (como frecuente acabamos haciendo los comunicadores cristianos). Tratar de seguir el ejemplo de Jesús, quien nos permitió adentramos en los misterios más insondables del Amor contando historias que siguen maravillando hoy a personas de Wall Street, de Londres, de Favelas de Río de Janeiro, de Burkina Faso o de Timor Oriental, ya sean lumbreras del pensamiento o personas sencillas analfabetas. En las redes sociales las historias, los vídeos profundos (y si a veces son divertidos, mejor), tienen un éxito brutal. 

Todo esto requería una conversión interior. Un amigo periodista francés en esa época realizó un estudio para comprender por qué en su país las pequeñas comunidades protestantes tenían un número de usuarios en Internet superior a las realidades católicas (a pesar de que éstas son mucho más numerosas). Su conclusión fue clara: los católicos hablan; los protestantes escuchan. 

Evangelizar significa ante todo escuchar al otro, comprender sus dificultades, sufrimientos, sus alegrías. Yo me sentí llamado a vivir esa conversión interior. Jesús ante todo escuchaba las necesidades de las personas para poder curar sus corazones, en ocasiones cuando sus mismos cuerpos. En los últimos años esta realidad había quedado algo ofuscada en la labor de comunicación en la Iglesia, convencidos de que, dado que tenemos el mensaje más maravilloso, los demás tienen que escucharlo. Y esto ya no funciona.

Fue así como surgió la idea de hacer un lugar de encuentro en la red para cristianos y gente en búsqueda, que tuviera como espacio privilegiado las redes sociales. 

En realidad, esta idea no era mía. Otros ya la habían soñado con ella antes, en particular un grupo de empresarios, la mayoría franceses, que se daban cuenta de que si la evangelización hoy día no pasa también por las redes sociales y los teléfonos móviles, quedará fuera de la vida de las personas.

Fueron ellos los que nos propusieron al grupo de periodistas que yo dirigía lanzar Aleteia.org.  Para lograr ese objetivo, se creó la Fundación para la Evangelización con los Medios de Comunicación, que permitió el nacimiento y desarrollo de ese proyecto. Más tarde, el grupo “Media Participations", franco-belga, uno de los más importantes en el mundo editorial  católico (en España edita “Magnificat”), pasó a ser operador de aleteia.org, logrando así que la contribución de nuestro equipo de periodistas se viera complementada con una gestión empresarial profesional que garantice su perennidad. 

¿Cuáles son los objetivos de ese servicio web?

Nuestro objetivo principal es la nueva evangelización: es decir, mostrar cómo el cristianismo es el secreto de la felicidad. Todos buscamos la felicidad: en nuestras relaciones de pareja, con nuestros hijos, en nuestra profesión, en nuestras relaciones sociales… A diferencia de lo que a veces podemos pensar, Dios no nos quita nada de esto, Dios nos da mucho más. Da sentido pleno a todas esas maravillosas relaciones. Con él se convierten en relaciones de eternidad. Con Él dejamos de ver la vida sólo en blanco y negro para poder verla a todo color, en todas sus dimensiones…

Para lograr este objetivo nos hemos ido dando cuenta de que nuestra oferta editorial debe responder ante todo a los verdaderos problemas de las personas, que son problemas de vida: depresión, problemas familiares, la experiencia de la traición, la fragilidad, el fracaso… Por eso cada vez más hemos evolucionado hacia una publicación de lifestyle (estilo de vida) iluminada por el Evangelio. 

Esto significa que hablamos de cuestiones prácticas de vida, de cuestiones de psicología, y hemos llegado incluso a lanzar un área especial sobre estos temas para mujeres, pues la verdad son más profundas (aunque nos cueste reconocerlo, je, je).

Tratamos de seguir también las noticias más importantes de la actualidad que tienen un impacto más o menos directo en la vida de las personas. Nos gusta también mucho la música, cristiana y no cristiana, el cine y comprender sus valores, los viajes… De hecho los viajes, sobre todo las metas de peregrinaciones, interesan más de lo que nos imaginábamos. 

Y dado que nuestra pasión es compartir el Evangelio, este “lifestyle” es complementado, o más bien imbuido por la espiritualidad. Tratamos de ofrecer una espiritualidad asequible, de andar por casa, del patrimonio universal de la Iglesia. Oraciones para momentos importantes o complicados, pensamientos de los santos que pueden iluminar nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos, la Palabra y gestos del Papa Francisco, quien la verdad es un maestro fantástico en esta tarea de evangelizar hoy, también en las redes. Basta pensar en su cuenta de Twitter, que está batiendo en estos momentos récords de crecimiento, por encima de Donald Trump y antes de Barack Obama. 

Si hay algo que tenemos muy claro, es que el peor enemigo de la evangelización hoy son las peleas y divisiones internas entre cristianos, al nivel que sea. Por ese motivo, en Aleteia tratamos de evitar debates, polémicas entre hijos de la Iglesia Católica o hermanos de otras comunidades cristianas. Cuando las personas ven que nos peleamos por cuestiones que pueden ser muy nobles (teología, liturgia, disciplina eclesiástica), sienten rechazo. No lo dicen, pero  piensan lo siguiente: “mientras os estéis peleando sobre cuestiones tan importantes y profundas, no me interesáis. A mí me interesa Dios, no vuestros líos”. 

En definitiva, aleteia.org es una red católica global, en siete idiomas (español, inglés, francés, árabe, italiano, portugués, polaco) y dentro de poco en esloveno. 

 ¿Cómo es el perfil del público que lee vuestros contenidos?

Aleteia tiene 15 millones de usuarios únicos al mes, en esos siete idiomas y  2,7 millones de fans en Facebook. La newsletter la reciben diariamente casi 300 mil personas. En estos momentos, el 82% de nuestros usuarios nos leen a través del teléfono móvil. Cuando empezamos, en enero de 2013, eran menos del 30%. Esto ayuda para comprender cómo ha cambiado el mundo, y cómo tenemos que cambiar nosotros. El 13,5% nos lee en ordenador y el 4,5% por tableta. 

Más de la mitad de nuestros usuarios nos lee a través de Facebook. Es decir, que la mayoría tiene acceso a nuestra información porque alguien la comparte en su perfil. Éste es el fenómeno que más me apasiona de las redes sociales: la mayoría de nuestros usuarios nos descubren porque un amigo, un familiar, un conocido les ha señalado un contenido nuestro. Digo que me apasiona pues considero que es un paso fantástico para la nueva evangelización. No somos nosotros quienes estamos diciendo a nuestra audiencia: “¡lee esto!”, como sucedía con la prensa escrita hace 20 años. Ahora son las personas las que se pasan la información. Eso hace que dejemos de ser un medio y nos convirtamos en una auténtica red. Una red en la que la credibilidad depende ante todo de quien sugiere un contenido a sus conocidos.

Aunque obviamente varía según idiomas, la franja más importante, numéricamente, de nuestros lectores se sitúa entre los 25 y 44 años; el 69% son mujeres. De hecho, como sucedió con la resurrección de Jesús, las mujeres son las verdaderas evangelizadoras en la vida de todos los días: con sus hijos, sus seres queridos…

Los países con más lectores son Brasil, seguido de Estados Unidos y México. España está en décima posición. 

Si hablamos de idiomas, la edición más leída es la portuguesa, seguida de la española, la inglesa y la árabe. ¡Sí, la árabe! Tenemos más de un millón de lectores mensuales en este idioma, que ha sido nuestra gran sorpresa. Las comunidades cristianas estaban huérfanas en las redes sociales de un servicio de estas características. Gracias a estos usuarios hemos podido vivir muy de cerca todo lo que ha pasado en estos años: el surgimiento de ISIS, la caída de Mosul, los atentados terroristas, que ellos sufren mucho más que nosotros… Y de estos lectores, si bien no tenemos estadísticas fiables, más o menos el 25% son musulmanes.

Por lo que se refiere a intereses, lo que más interesa es la espiritualidad. Hay una enorme sed de espiritualidad en Internet. Oraciones sencillas, sobre todo para momentos de dificultad, suelen tener una viralidad sorprendente. Pero también nos sorprenden en ocasiones artículos de psicología positiva o simplemente vídeos geniales o historias que inspiran.

Internet (en general web, redes sociales…) ¿funciona como instrumento evangelizador?

Como puedes comprender a partir de lo antes dicho, estoy convencido de que las redes sociales e internet es un “espacio” de evangelización. Antes se hablaba de mundo virtual y de mundo real, como si fueran dos mundos separados. Ahora, sin embargo, cuando analizamos nuestra vida, en especial la de los más jóvenes, nos damos cuenta de que no hay separación entre vida real y digital. Encontramos a una persona en el autobús y luego seguimos chateando con ella en WhatsApp. Antes los chicos se citaban en la plaza; ahora se citan en la red o intercambian en Instagram. 

Más que hablar de instrumentos, hoy hablaría de espacios de encuentro, que logran superar barreras de espacio y de tiempo gracias a las nuevas tecnologías. Y al igual que sucede en todos los espacios de encuentro entre personas, el tema de conversación, los intereses, no dependen del medio, dependen de las personas. Cuando éramos pequeños, si salíamos a la plaza, no era para hablar de la plaza, era para hablar de todo. Lo mismo sucede en las redes sociales. 

Esto se hace más importante todavía si tenemos en cuenta que, según todas las previsiones, en 2027 los teléfonos inteligentes (smartphones) quedarán obsoletos. No sabemos bien cómo será la tecnología que les sustituirá, pero sabemos que probablemente será la realidad aumentada. Imagínate cómo serán las redes sociales con realidad aumentada. Tendremos la sensación de estar ante nuestro amigo, aunque nos separe el océano Atlántico. 

En esas redes, como en las redes sociales actuales, el Evangelio circulará, será savia de vida, si los cristianos son capaces de dar testimonio. La evangelización dependerá de la credibilidad del amor de los cristianos. En pocas palabras, viviremos el mismo desafío que vivieron los primeros cristianos, aunque en un contexto muy diferente.  

6-¿Qué próximos proyectos va a acometer Aleteia? ¿Objetivos a futuro?

Nuestro objetivo principal consiste en seguir compartiendo el Evangelio… al mayor número posible de personas. En nuestro business plan original, teníamos previsto llegar a 20 millones de usuarios al mes para el año 2020. Esperemos alcanzarlo. 

En nuestro caso, los objetivos de evangelización y de entradas económicas no están reñidos: pues, dado que vivimos en primer lugar de entradas económicas publicitarias, cuanto más usuarios, más ingresos, que sirven para seguir manteniendo esta obra. Lo importante es ser fieles a nuestra misión y no caer en la superficialidad como instrumento para generar tráfico.

Como te decía, a corto plazo el primer proyecto es lanzar la edición en esloveno. 

A nivel editorial, la red nos dice que la gente busca cada vez más vídeos. Está claro que tenemos que aumentar la producción audiovisual e interactiva.

El próximo año el Sínodo de los Obispos del mundo será en octubre de 2018 sobre la fe de los jóvenes y la vocación. Compartir la fe con los jóvenes es nuestro objetivo prioritario. Creo que la reflexión que suscitará esta asamblea episcopal nos ofrecerá muchas ideas eficaces para ponernos de manera desinteresada al servicio de la evangelización de los jóvenes en la red, en comunión y colaboración con las Iglesias locales. Hay que rezar mucho y abrir nuestra alma con humildad para que el Espíritu Santo nos muestre el camino.

Me gustaría que dieras un mensaje en general a los lectores de la Orden Capuchina.
 
"Predica el Evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras”. Los Capuchinos han sido maestros durante siglos de esta consigna de San Francisco. 

Nosotros estamos llamados a preguntarnos cómo podemos vivir este consejo del santo en las redes sociales, en Internet. De esto dependerá el testimonio cristiano en el futuro, pues como antes decía las redes ya no son un apéndice de nuestra vida, las redes forman ya parte de nuestra cotidianidad. 

Los Capuchinos son conocidos también como “frailes del pueblo”, pues se han destacado en su historia por su cercanía al pueblo en su estilo evangelizador. Ese estilo, arraigado en una profunda vida de oración y penitencia, como el de los primeros capuchinos, debe convertirse ahora en testimonio de vida capuchino, también en las redes, en Internet en general.

En Internet si algo busca la gente es evitar la soledad. El tener “amigos” ha sido el secreto del éxito de Facebook. La hospitalidad, la acogida capuchina en la red se convierte en disponibilidad de escucha del otro. Esa acogida es la clave para la evangelización en las redes. La reputación en la red no depende de la fama, sino del tiempo que uno está dispuesto a ofrecer a la otra persona. Si no tengo tiempo para ti, si no soy capaz de escucharte, yo no cuento nada para ti. 

Por último, como enseña el pontificado del Papa Francisco, la simplicidad evangélica de los capuchinos tiene una fuerza profética en el mundo de las redes sociales. Los capuchinos son la prueba viviente de que en la vida no hay sólo imagen, búsqueda de bienes, riqueza, o fama… Un capuchino muestra de manera implícita con su vida y ejemplo que nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Él. Y la gente necesita poder percibir este mensaje también en las redes sociales. Los Capuchinos, ¿lo están transmitiendo? Yo conozco a varios Capuchinos que lo están haciendo con su palabra, pero sobre todo con su vida y testimonio. 

Gracias Jesús...

  • Compártelo!