Hoy es María de los Ángeles Sorazu y Aizpurúa

María de los Ángeles Sorazu, monja concepcionista y escritora mística, nació en Zumaya (Guipúzcoa) el 22 de febrero de 1873. En el bautismo le pusieron el nombre de Florencia Sorazu y Aizpurúa.

María de los Ángeles Sorazu y Aizpurúa

Su padre, transportaba y vendía pescado. Pasó con su familia desgracias y privaciones que le obligaron a cambiar varias veces de domicilio, estableciéndose en Cestona, San Sebastián y Tolosa. Entró a los trece años a trabajar como doncella en una familia de San Sebastián y después se empleó en una fábrica textil en Tolosa.

En 1890 Florencia hizo un viaje a Caspe (Zaragoza) para acompañar a una amiga que tomó el hábito de capuchina en el convento de Nuestra Señora del Pilar de dicha ciudad. Ella misma quedó apalabrada y casi comprometida a ingresar en dichas monjas. Allí permaneció ocho días, durante los cuales el organista de Caspe la examinó para comprobar si estaba preparada para el oficio de cantora en las Capuchinas.

Una persona que se fijó en ella aquellos días, y que sería providencial en el futuro, fue el demandadero, o sea, el hombre que de pueblo en pueblo pedía limosna para aquellas religiosas.

A principios de 1891, cuando Florencia estaba haciendo los preparativos para hacerse capuchina, Concepción, la primogénita de la familia, falleció casi repentinamente, por eso Florencia se vio precisada a retrasar su entrada en el convento para ayudar a la familia.

Sucedió entre tanto que el «pedigüeño» de las monjas de Caspe fue en cuestación a Valladolid y se llegó al convento de la Concepción. Cuando se disponía a marcharse, se le ocurrió a la tornera preguntarle si conocía a alguna joven que fuese cantora y quisiera ingresar en un monasterio, pues la necesitaban y padecían falta de vocaciones. El demandadero contestó que sí, y les dio las señas de Florencia. Entonces la abadesa de la Concepción de Valladolid le escribió en 1891. Ésta quería mantener la palabra dada a las Capuchinas de Caspe. Pero la madre, que conocía la poca salud de su hija, temiendo que ésta no podría resistir los rigores de las Capuchinas, le aconsejó que aceptara la oferta de las Concepcionistas de Valladolid.

El 25 de agosto de 1891, Florencia tomó el tren en Tolosa para Valladolid. La acompañaba su confesor D. Francisco Tellechea. Al día siguiente, por la tarde, hizo su entrada en el «sagrado claustro». A la sazón la comunidad de la Concepción se componía de solo ocho monjas. Pronto tomaría  el hábito con el nombre de sor María de los Ángeles. 

En 1904, fue elegida Madre Abadesa del convento. En tres ocasiones anteriores, había obtenido la mayoría de los votos de las religiosas para ser su abadesa, pero la autoridad eclesiástica no confirmó su nombramiento por falta de la edad requerida hasta 1904. Desde esta fecha, en sucesivas, elecciones trienales, fue elegida de nuevo abadesa hasta su muerte, a los 48 años, en 1921.

Por mandato de sus directores espirituales, la madre Sorazu escribió varias obras de gran valor doctrinal, sobre todo desde el punto de vista místico. La más importante es la titulada “La vida espiritual”, escrita por mandato del que entonces era su confesor, el dominico P. Alfonso Vega. Empezó a escribirla el 3 de mayo de 1918 y la terminó en noviembre del mismo año. 

Lo más nuevo e interesante en ella es su testimonio sobre la participación de los misterios de Cristo, sobre la convivencia mariana y sobre la dirección espiritual.

Sentía una dificultad invencible para franquearse con los ministros de Dios, fuera de lo imprescindible en el sacramento de la penitencia. El primer director espiritual que tuvo Sor Ángeles fue el P. Ocerin-Jáuregui, franciscano de La Aguilera, que la atendió de enero de 1904 a junio de 1905.

Más adelante, en julio de 1910 se confió a ser dirigida por el capuchino P. Mariano de Vega, «mi Padre-verdad», como ella lo llamará. Desde 1908, el P. Mariano, Provincial de los Capuchinos de Castilla, estuvo visitando Valladolid para ver cómo fundar allí un convento. El P. Mariano fue director de la María de los Ángeles en dos etapas de la vida de ésta: 1910-1913 y 1920-1921.

De la extensa y frecuente correspondencia epistolar mantenida entre el P. Mariano y la M. Ángeles, el también capuchino, P. Melchor de Pobladura, publicó en tres volúmenes la correspondencia epistolar de la madre Sorazu con su director el padre capuchino Mariano de Vega, con el título “Itinerario místico de la Madre Ángeles Sorazu”, que complementa en gran parte su autobiografía. 

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