Proyecto Hombre; Asociación Casa Menga

Va a cumplirse un año desde que los Capuchinos reformáramos un amplio sector del convento de Antequera para cedérselo a la Asociación Casa Menga, colaboradora de Resurgir, Proyecto Hombre Antequera, y que se ha encargado de gestionar en dicho sector la Vivienda de Apoyo al Tratamiento “Leopoldo de Alpandeire”.

Proyecto Hombre; Asociación Casa Menga

La Vivienda consta de dos plantas con ocho habitaciones múltiples y numerosos espacios comunes acondicionados para ofrecer un lugar de descanso, de trabajo, interacción social y de rehabilitación para los usuarios y usuarias de Proyecto Hombre.

Estamos contentos de compartir el fruto de un esfuerzo compartido entre Casa Menga, SERCADE y los Capuchinos de Antequera, pero sobretodo de compartir el esfuerzo que hasta la fecha 42 personas han hecho por recuperarse, por recobrar el sentido de sus vidas. Os compartimos la historia de uno de ellos.

Mi nombre es Javier, tengo 41 años y entré en “Casa Menga” el pasado 13 de julio para vivir una de las experiencias, probablemente más importantes de mi vida y que seguro nunca olvidaré, el programa de Proyecto Hombre.

Cuando crucé el umbral de la casa, hace ya casi cuatro meses, entraba un hombre que había perdido el sentido y la orientación de su vida.
Entré con la esperanza de encontrarlo, de conocerlo y de conocerme, para salir más fortalecido y más maduro, superando aquellos limites que me impedían seguir caminando y avanzando en la vida.

En la casa encontré a doce compañeros que me acogieron con mucho cariño, empeñados en explicarme el funcionamiento de la casa y en que me sintiera cómodo. El recibimiento no pudo ser mejor. Recuerdo con cariño y agradecimiento al “hermano” que me asignaron, y que no se separó de mí hasta que no me pude desenvolver con soltura. He pasado este tiempo conviviendo las 24 horas del día junto a ellos. Quiero subrayar la palabra “junto” porque para mí, esta palabra implica mucho. Pienso que gran parte de mi cambio ha sido resultado de haber vivido tantas experiencias buenas y no tan buenas junto a ellos.

Hemos jugado al futbol en tardes inolvidables de risas y de agotamiento. Junto a ellos he podido disfrutar de momentos de playa y piscina, de clases de música y de pintura. Hemos aprendido juntos a poner una mesa y una lavadora, a hacer una buena limpieza y a planchar… Juntos hemos vivido una experiencia única, la de salir al campo al anochecer para escuchar la “berrea” de los ciervos, un momento casi mágico.
Hemos realizado otras muchas salidas al campo junto a voluntarios que nos explican los entresijos de una vida tan compleja como es la de la naturaleza.

Todo esto nos ha servido para despejarnos de la rutina diaria, pero también para descubrir que hay otras muchas alternativas de vida más constructivas de las que hacíamos antes.

Estas actividades que hacemos no tendrían sentido sin experimentar la vida que se va dando en la relación entre nosotros. A través de la ayuda que nos prestamos cuando nos corregimos, cuando compartimos lo que estamos viviendo en cada momento, el darnos a conocer nuestras vivencias interiores y al trabajar nuestros sentimientos, identificándolos y comunicándolo a los compañeros, es así como poco a poco nuestras dificultades se van superando.

Cada momento es una ocasión para cambiar nuestras vidas, una oportunidad para conocernos, enfrentarnos a quién realmente somos y cambiar aquello que nos impide ser mejor persona; basándonos siempre en valores sólidos y profundos.

El resultado de todo ello lo pudimos celebrar en la ceremonia de graduación de los compañeros que ya han finalizado felizmente el programa. Esta graduación coincidió con el XXIII Aniversario de la Asociación “Resurgir” y también del Primer Aniversario del traslado de “Casa Menga” a esta nueva ubicación en el convento de los Hermanos Franciscanos Capuchinos.

Estar presente en la graduación supuso para mí contemplar la belleza de seis hombres que han trabajado y recuperado su dignidad y su grandeza como personas. Les queda mucho camino por delante, y diría toda la vida, pero para recorrer esta vida se les ha proporcionado unas herramientas valiosas que les sirven de ayuda. Con todo ese trabajo se puede encontrar un sentido profundo al día a día, llenando el corazón y el de los que nos rodean de sentido y felicidad, sin necesidad de dependencias.

Todo ello sería imposible sin el inestimable trabajo y entrega de terapeutas, educadores y voluntarios que cada día están junto a nosotros, que nos van dando forma, como cuando el famoso escultor Miguel Ángel, ante un bloque de piedra, ya veía dentro de él, la figura que iba a salir después de su trabajo. Gracias por creer en nosotros, en ocasiones, más que nosotros mismos. Termino con un texto que nos acompaña en el patio de la casa. Resume lo que vivimos en “Casa Menga”:

En esta casa somos auténticos,
cometemos errores, pedimos perdón,
damos segundas oportunidades,
lo pasamos bien, damos abrazos,
perdonamos, hacemos ruido,
tenemos paciencia y nos queremos.

SERCADE: SERvicio CApuchino para el DEsarrollo -91-369.00.00

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