Los cánticos del Siervo para Jesús

El Siervo que contempló Isaías. 
Tome nota el lector, ese lector que quiere celebrar con alma, vida y corazón los misterios del Señor en la Semana Santa:

Los cánticos del Siervo para Jesús

Lunes Santo: Primer Cántico del Siervo.
Martes Santo: Segundo
Cántico del Siervo.
Miércoles Santo: Tercer
Cántico del Siervo.
Viernes Santo: Cuarto
Cántico del Siervo
(Fin).

¿Qué son los Cuatro Cánticos del Siervo de Yahvé? Son cuatro poemas que se encuentran en el libro de Isaías, y que contemplan a un misterioso Siervo de Dios que por su obediencia y sufrimiento, por su amor y su entrega, va a ser el redentor del pueblo. Si tomamos la Biblia, anotamos estos pasajes en el libro de Isaías. Primero 42, 1-9. Segundo 49,1-7. Tercero 50,4-11. Cuarto y principal: capítulo 53 entero.

Estamos en lo más puro, en lo más bello de la teología del libro de Isaías. Son pasajes que no se pueden leer sino saboreándolos…, paladeándolos con gusto, despacio, porque pronto advertimos que aquí hay un divino misterio que toca el corazón: 

Mirad a mi Siervo, 
a quien sostengo; 
mi elegido, 
en quien me complazco
(Is 42,1). 

Ese Dios soberano de la Biblia, ese que es el Todo Otro y el más próximo, ese a quien Isaías llama “el Santo de Israel”, pero no con un ejército avasallador y triunfante, sino con un Siervo Sufriente. 

El rostro del Siervo: ¿quién es este Siervo?
¿Quién es este Siervo misterioso? Nuestros hermanos judíos leen la Santas Escrituras y le dan un nombre a ese Siervo… También nosotros. He aquí al Maestro de exégesis que escribe en la pizarra para explicar quién es el Siervo:
-El Siervo es el mismo Israel, en cuando Israel doliente (no un grupo de Israel).
-Un israelita: El Siervo es todo hijo de Israel.
-El Siervo es Uno de Israel.
-El Siervo es Jesús (Mt 12,15-17. 18-20)
-El Siervo es una sierva: la Sierva del Señor.
-El Siervo soy yo, proclamando la única Soberanía del único Dios.

Es claro que san Mateo identificó al Siervo de Dios con Jesús. 

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará…” (Mateo 12). 

La liturgia se atiene a este criterio. Y en las celebraciones de Semana Santa, como hemos indicado al principio, vamos contemplando a Jesús meditando, frase por frase, los cuatro Cánticos del Siervo del Señor. Yo soy el Siervo, asociado al Siervo que es Jesús. El más estremecedor de los Cánticos es el cuarto, el que escuchamos, atónitos, en Viernes Santo: 

“Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron” (Is 53,4-5).

Y un poco después: “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos” (vv. 10.11).

El mensaje está claro: Dios Padre de amor salvó al mundo por los sufrimientos de su Hijo -no por batallas, conquistas y triunfos-; y Dios cuenta conmigo para salvarme a mí y a mis hermanos con la misma lógica: entrega silenciosa, sufrimiento, y, en definitiva, amor. Amor gratuito, amor sin condiciones. El Amor sufriente salva al mundo. 
                         
Rufino María Grández 
Publicado en el número 1006 de la Revista "El Mensajero de San Antonio"
www.mensajerosanantonio.org

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