Los que amaban las culturas

Los que amaban las culturas

ALEJANDRO LABAKA 
Natural de Beizama, pequeña localidad de Guipúzcoa, Alejandro quiso desde muy joven ser misionero. Numerosos textos y citas muestran desde sus años de estudio en el Seminario de Alsasua su deseo de partir y de conocer otras culturas. 

A los 27 anos, en 1947, lo destinaron a la misión de Pingliang en China. El enamoramiento de Alejandro con aquel país duraría el resto de sus días, aunque su estancia en el país asiático apenas fue de seis años. En 1953 sería expulsado y destinado a Ecuador. 

El misionero vasco llegó a Ecuador con 33 años. Después de vivir en varias regiones del país, llegó a la Misión de Aguarico en el 65 y allí comenzó su gran labor en contacto con los pueblos más olvidados. 

El trabajo de Alejandro en el Oriente fue extenso y abarcó numerosas áreas de lo pastoral y lo social. El pueblo Huaorani, "las personas" significado real de su nombre y como Alejandro decidió nombrarles, marcaría sus últimos años y el importante legado que dejaría tras su muerte. 

INÉS ARANGO 
Nacida en Medellín, Colombia, en 1937, llegará a la amazonia ecuatoriana en 1977, a un pequeño poblado fronterizo con Perú, situado entre territorios indígenas. Muy pronto se encargó, junto a Alejandro, de la atención a los grupos Huaorani cercanos, aprendió su lengua y convivió con ellos. 

La casa era larga, con dos entradas pequeñas por los costados, cubierta de hoja hasta el suelo por todos los lados; parecía ser multífamiliar, con varios fogones y hamacas; estaba oscura. Cuando penetré en ella noté cierto desconcierto de mujeres que se movían y níños que empezaron a llorar. Saludé a todos con la mayor amabilidad, diciendo: "Uaimo (Bueno)" 

CRÓNICA HUAORANI 
El año 1965 llegó a Alejandro a Coca, ordenado Prefecto Apostólico de la Misión Capuchina de Aguarico. Residiría en esa Misión hasta el final de su vida. Tras haber conocido el resto de Ecuador, Alejandro quedó fascinado por el mundo amazónico, las culturas indígenas y el gran entorno de la selva. Doce años después llegó a la zona Inés y de inmediato sintió la misma seducción. Mantenían ambos un interés incesante por conocer las circunstancias de vida de las gentes selváticas. 

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Documentación adjunta