Religión y violencia

Cada mes, tengo que pensar qué es lo que quiero trasmitiros con estas sencilla palabras en la editorial de la revista. Una de las cosas que suelo hacer es recurrir a ese calendario que, con el paso del tiempo, hemos construido en nuestro mundo en torno a los días internacionales. 

Religión y violencia


Hay días internacionales o mundiales para todo.
El motivo de su celebración es que nos sensibilicemos ante distintas realidades y situaciones que se dan en nuestro mundo. 

En este tiempo de verano me ha llamado la atención que uno de los días, el 22 de agosto celebremos el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de actos de violencia motivados por la Religión o las Creencias. La ONU, desde hace dos años fijó este día con la finalidad de condenar la violencia o el terrorismo que se ejerce contra las personas que tienen sus propias creencias o posturas religiosas.

Nuestro mundo, por lo menos en este lado bueno del mundo, es un mundo de derechos. Creemos que todo ser humano tiene libertad para creer, pensar, opinar sobre una determinada creencia o religión. De acuerdo a la Declaración Universal de Derechos Humanos, las personas tienen derecho a expresar de manera abierta su postura religiosa, sin que por ello sean víctimas de algún atropello o vulneración de sus derechos. Junto a los derechos están los deberes. Deber de toda persona es respetar a las demás en sus creencias y religión. Precisamente el respeto nos lleva a acabar con tantas diferencias que sólo llevan al odio y la violencia entre los seres humanos.

Como personas creyentes decimos que toda vida humana es sagrada. Toda persona merece respeto, consideración, compasión y solidaridad, independientemente de su origen étnico, de la religión, la cultura, orientación ideológica o política. A veces, las personas no son asesinadas en nombre de su práctica religiosa y, sin embargo, deben sufrir actitudes profundamente ofensivas, que las mantienen al margen de la vida social: exclusión de los cargos públicos, prohibición indiscriminada de sus símbolos religiosos, exclusión de ciertos beneficios económicos y sociales..., en lo que se denomina "martirio blanco" como ejemplo de confesión de fe.

Hace unos años, a quienes participaban en un congreso sobre la libertad religiosa, el Papa les decía los siguiente: 

Cada ser humano es un «buscador» de la verdad acerca del propio origen y del propio destino. En su mente y en su «corazón» surgen interrogantes y pensamientos que no pueden ser reprimidos o sofocados, en cuanto que surgen de lo profundo y son connaturales a la íntima esencia de la persona. Son preguntas religiosas que tienen necesidad de la libertad religiosa para manifestarse plenamente…”

Los creyentes en muchos momentos han sufrido y sufren violencia por su condición de creyentes. En otros momentos, la religión misma es fuente de violencia con respecto a otros. El Papa Francisco, en muchas ocasiones ha destacado que la violencia y el odio son "incompatibles" con las religiones. Por eso en distintos lugares ha expresado su convicción de que precisamente la religión ha de servir a la causa de la paz y de la unidad de los hijos de Dios. El argumento o la razón para ello es bien sencilla: en Dios, que es amor, bondad y compasión, no puede haber lugar para el odio, el rencor o la venganza

Benjamín Echeverría

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