Podía, convenía y lo hizo

Raro es el pueblo de España que no tenga su Virgen, más antigua o más moderna, más adornada o más sobria… Artistas de todos los tiempos, conocidos o anónimos, han representado a María sobre lienzos, madera, piedra, cartones... No son pocos los españoles bautizados que se han alejado de la Iglesia y han dejado de practicar la fe. Pero no dejan de acudir a la iglesia o ermita de su pueblo el día de la Virgen, de su patrona. 

Podía, convenía y lo hizo



El Papa Juan Pablo II definió a nuestro país como la “tierra de María”, pues percibió que la devoción a María formaba parte del ADN creyente en España. Así, a lo largo del año celebramos distintos días en honor a María desde distintas advocaciones. El 8 de diciembre celebramos el día de la Inmaculada Concepción, una fiesta religiosa que años más tarde se convirtió en fiesta nacional. Junto al día de la Constitución, esos días los tenemos bien marcados en nuestros calendarios, pues aprovechamos el puente para disfrutar de unas breves vacaciones antes de la Navidad. 

La Inmaculada es la patrona de España y de la Orden Franciscana. Tendríamos que volver sobre nuestra historia para conocer el por qué la celebramos como patrona y protectora desde 1644 y la importancia que tuvieron los franciscanos en la defensa de la misma frente a otras órdenes religiosas. Siglos antes de que la Iglesia proclamara el dogma de la Inmaculada Concepción de María, en la Península Ibérica ya se defendía la “purísima Concepción de María”. Es un dogma de fe que el Papa Pío IX promulgó el 8 de diciembre el año 1854. El contenido del dogma se refiere a que María es la única persona en la historia de la humanidad que nació sin pecado original. Dios pensó en María para ser su madre incluso antes de nacer y por eso decidió prepararla de forma especial.  

La Inmaculada Concepción de María Virgen es una fiesta muy querida para toda la orden franciscana.  Desde el inicio de la fraternidad, San Francisco de Asís trasmitió su devoción a la Virgen. Los doctores y teólogos franciscanos a lo largo de la historia se distinguieron siempre en la defensa de la Concepción Inmaculada de la Virgen Madre de Jesús. Entre ellos destacó especialmente el Beato Duns Scoto, con un argumento muy claro resumido en tres palabras: “Potuit, decuit, ergo fecit” (pudo, convino, luego lo hizo). “Dios podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía lo hiciera por su misma honra, luego lo hizo”.

En este tiempo tan especial anterior a la fiesta de la Navidad en el que María tiene un significado especial, rescatamos aquellas palabras que el Papa Juan hablo II pronunció un 14 de junio de 1993 en el Santuario Mariano de El Rocío: “He pedido a María que siga concediéndoos, en la alegría de vuestra forma de ser, la firmeza de la fe, y engendre en vosotros la esperanza cristiana que se manifieste en el gozo ante la vida, en la aceptación ante el dolor y en la solidaridad frente a toda forma de egoísmo. He pedido para vosotros …, que sepáis siempre superar las dificultades y los obstáculos, a veces frecuentes en el camino, como son la pobreza, la temible plaga del paro, la falta de solidaridad, los vicios de la sociedad consumista en la que se olvida el sentido de Dios y la caridad auténtica. ¡Que por María sepáis abrir de par en par vuestro corazón a Cristo, el Señor!

Fr. Benjamín Echeverría

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