Celebramos la Festividad de San Francisco de Asís.

El Espíritu de Asís.

La familia franciscana celebra el 27 de octubre el llamado Espíritu de Asís. De esta manera hace memoria e impulso del encuentro Interreligioso que inauguró el Papa Juan Pablo II el 27 de octubre de 1986 en la ciudad de San Francisco, cuando respondiendo a su llamada, rezaron y ayunaron juntos ciento cincuenta representantes de las doce principales religiones del mundo.

Celebramos la Festividad de San Francisco de Asís.

Corría el año 1986 y la guerra fría daba sus últimos coletazos en la batalla de imponer un modelo político, económico y social en el mundo. Fue entonces cuando un enérgico Juan Pablo II exhortó a los dirigentes de los diferentes credos del mundo a buscar un camino hacia la paz y a promover una práctica, la oración, que sirviese como instrumento para la consecución de este fin: “El encontrarse juntos tantos jefes religiosos para rezar es, por sí misma, una invitación actual al mundo a que se percate de que existe otra dimensión de la paz y otras formas de promoverla, más allá de las negociaciones, los compromisos políticos y los mercadeos económicos”, dijo entonces Juan Pablo II en un acto que pasó a la historia.

Del mismo modo que su predecesor, el papa emérito, Benedicto XVI, también visitó esta localidad de poco más de 25.000 habitantes para proseguir con lo que, a raíz de ese acto de 1986, dio en conocerse como “Espíritu de Asís”. Ratzinger, apenas un año y medio antes de dejar la silla de Pedro, se comprometió con otros 300 representantes de las religiones del mundo, entre los que se encontraban, como novedad, cinco agnósticos, “a trabajar por la paz”. “Nunca más violencia, nunca más guerra y nunca más terrorismo. Que cada religión lleve sobre la tierra justicia y paz, perdón y vida y amor en nombre de Dios”, proclamó Benedicto XVI en la explanada que precede a la Basílica donde está enterrado el santo, antes de proceder a un encendido de lámparas de aceite y la suelta de palomas, símbolos de esperanza y luz para la Humanidad.

La pasada visita del Papa Francisco a Asís es otro signo de esperanza que nos anima a seguir orando y trabajando por la consecución de la Paz en el mundo y el diálogo como instrumento de construcción fraterna Nos quedamos con las palabras y la súplica del Santo Padre en la homilía de la misa celebrada junto a la Basílica de San Francisco, cerca de la tumba del Poverello:

“La paz de San Francisco es la de Cristo, y la encuentra quien «carga» con su «yugo», es decir con su mandamiento: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (cf. Jn 13, 34; 15, 12). Y este yugo no se puede llevar con arrogancia, con presunción, con soberbia, sino solo con mansedumbre y humildad de corazón. Nos dirigimos a ti, Francisco, y te rogamos: Enséñanos a ser «instrumentos de la paz», de la paz que tiene su fuente en Dios, de la paz que nos trajo el Señor Jesús.”


Decálogo de Asís para la paz. (Juan Pablo II)

1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al auténtico espíritu religioso, y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo posible por erradicar las causas del terrorismo.

2. Nos comprometemos a educar a las personas en el respeto y la estima recíprocos, a fin de que se llegue a una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.
3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión y la confianza recíprocas entre las personas y entre los pueblos, pues estas son las condiciones de una paz auténtica.

4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su propia familia.

5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro insuperable, sino, al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede convertirse en ocasión de mayor comprensión recíproca.

6. Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es verdadera paz.
7. Nos comprometemos a estar al lado de quienes sufren la miseria y el abandono, convirtiéndonos en voz de quienes no tienen voz y trabajando concretamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.

8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quienes no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.

9. Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento sólido entre los pueblos, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte.

10. Nos comprometemos a solicitar a los responsables de las naciones que hagan todo lo posible para que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, se construya y se consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia.

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