CORONAVIRUS: Ayuda psicológica

Jesús Mari Iriarte Zabalo
[Reflexión]
CORONAVIRUS: Ayuda psicológica
Los seres humanos, a lo largo dela historia, hemos conocido muchas pestes y también en etapas recientes: peste negra (1348) también procedente de China, peste de 1800, la mal llamada “gripe española” (1918) y ahora nos topamos con el coronavirus, también de procedencia china (murciélago- culebra o laboratorio).

Coronavirus surge en Wuhan y se denomina SARS-Cov-2. Es una pandemia que abarca casi el cien por cien del planeta tierra.
Sería pretencioso abarcar con cierto rigor científico la vastísima pandemia del coronavirus, que estamos padeciendo. Nos hallamos encerrados en nuestro domicilio, prensa-radio-Tv y redes sociales, ocupan estos días el 80% de sus artículos al coronavirus, Todo el planeta tierra está en aviso y en alarma. El caso es muy serio y urgentísimo, si no solucionamos el problema.
 
Quizá pudiera ser una coyuntura puntual para revisar la marcha del planeta tierra, nuestros corruptos sistemas neoliberales y consumistas, dar un vuelco total al globo político mundial, ya que todo se focaliza en el dinero, bienestar y poder e inventar sistemas, procesos e instituciones totalmente igualatorias y justas. Este desmadre y desconcierto ante un bichito diez millones de veces más pequeño que una célula y que hace bambolear a todo el planeta. Nos hallamos ante un espectro de perspectivas y dimensiones múltiples, que habría que abordar desde las ventanas de varias disciplinas: biología, química, medicina, antropología, sociología, teología, psicología… Nos contentamos en este ensayo con dar algunas pautas de conducta con la ayuda de la psicología.
 
Es claro que está cundiendo el pánico en muchas personas, cuenta con miles de fallecidos de todo el mundo. Un planeta tierra que tiene más 7.000 millones personas o ciudadanos. Es clara la desproporción, aunque los contagiados lleguen a varias decenas de miles. Más del 52% han sido recuperados y en la medida que pasa el tiempo esta recuperación será muy superior. Con todo, no podemos engañarnos, el peligro está flotante y es un virus que exige rigurosas cuarentenas y muchas estrategias de sanidad: lavarse bien las manos, saludos sin darse la mano, escolaridad digital y telemática, estar confinados en el propio domicilio…
 
Efectos psicológicos que acarrea la pandemia:
 
Ataques de ansiedad y depresión por miedo a contraer el virus.
Hipocondría que se apodera de algunos por la probabilidad de contraer dicho virus.
Papel destacado de los rumores. Situaciones puntuales, como la reclusión en el propio domicilio (confinamiento) y situaciones ambiguas con las que se especula excesivamente.
Atiborramiento de noticias repetitivas al respecto en TV o radio.
Enfasis de pensamiento a largo plazo, pues no de divisa el fin de la pandemia o el horizonte global es muy difuso e incierto.
 
Unas máximas sencillas de andar por casa son éstas: no hay virus más peligroso que el mismo miedo. Las noticias falsas, la sensación de pánico y la desconfianza son enemigos ante esta pandemia (APA). Al estar recluidos, son buenos los juegos multijugador en línea, el visionado de películas, piñón libre a la creatividad... Cerca del 40% de las noticias que recibimos sobre el coronavirus son falsas. Busquemos fuentes serias como la OMS. La sobreinformación aboca en preocupación excesiva. Releguemos el tiempo de exposición del noticiario. Paradójicamente, la desinformación también es enemiga. Hay quien ha llegado a informar que Bill Gates tiene la patente del coronavirus. La calma es la mejor aliada. Alerta sí, pero alarma, no. Rigor y responsabilidad comunitaria.
Pautas y consejos de la APA (American Psychological Association):
 
. Mantener la perspectiva: el hecho de que haya una gran cobertura de noticias sobre este tema no significa necesariamente que represente una amenaza para usted o su familia.
. Conocer los hechos: adoptar un enfoque más clínico a la hora de seguir la información sobre el virus puede ser de utilidad. Para ello, es esencial basarse en fuentes creíbles en las que se pueda confiar.
. Hablar con los más pequeños y las más pequeñas: a la hora de hablar con los niños y las niñas sobre la cobertura de noticias sobre el coronavirus, hay que hacerlo con información honesta y apropiada para su edad. Es fundamental recordar que los y las menores observan los comportamientos y emociones de los adultos en busca de señales sobre cómo manejar sus propios sentimientos.
. Mantenerse conectado: conectarse en redes sociales puede fomentar una sensación de normalidad y ofrecer un importante medio para compartir sentimientos y aliviar el estrés.
. Buscar ayuda adicional: las personas que sienten un nerviosismo abrumador, una tristeza persistente u otras reacciones prolongadas que afectan negativamente a su desempeño laboral o sus relaciones interpersonales, deben consultar con un profesional de salud mental capacitado y experimentado. Los psicólogos y las psicólogas y otros proveedores apropiados de salud mental pueden ayudar a las personas a lidiar con el estrés extremo. Estos profesionales trabajan con individuos para ayudarlos a encontrar formas constructivas de manejar la adversidad.
 
La estrategia número uno es, para el creyente, la seguridad de que Cristo camina con nosotros para que demos con el antídoto y venzamos esta pandemia (Torres Queiruga A.). Dios no va a hacer milagros ostentosos. El es un milagro vivo y candente, pues nos lleva de la mano y trabaja con los científicos para buscar la medicina adecuada y superar el virus. Ante la muerte de un ser querido infectado, el mejor duelo y la mayor ayuda humana está en Dios que da “la vida eterna”. No nos engañemos con sueños tontos. Tratándose de la vida o la muerte y del sentido de la existencia, el protagonismo lo tiene Cristo glorificado y resucitado.
 
Jesús M.ª Iriarte, psicólogo 
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