Fe y fortaleza. La historia de Juan Antonio y Andrea en el Día Internacional de la lucha contra el cáncer infantil

Fe y fortaleza. La historia de Juan Antonio y Andrea en el Día Internacional de la lucha contra el cáncer infantil


En un mundo donde cada día nos enfrentamos a innumerables desafíos, hay fechas que resaltan por su capacidad para unirnos en torno a causas que tocan lo más profundo de nuestro ser. Una de estas fechas es el Día Internacional de la lucha contra el cáncer infantil, una jornada que recordamos el día 15 de febrero y que está dedicada a aumentar la conciencia sobre esta dura realidad que enfrentan miles de familias en todo el mundo. Este día nos recuerda la importancia de la solidaridad, el apoyo y la investigación en la lucha contra el cáncer infantil.

En esta ocasión especial, nos sentamos con Juan Antonio, un padre cuya vida cambió radicalmente cuando a su hija Andrea le diagnosticaron cáncer. Este encuentro no solo aborda los desafíos y las lecciones aprendidas en su viaje, sino que también nos muestra cómo la fe ha sido un pilar fundamental en su camino para aceptar y hacer frente a esta difícil prueba.

La historia de Juan Antonio y Andrea es un testimonio de amor, esperanza y fortaleza. A través de sus palabras, encontramos cómo su fe les ha proporcionado consuelo y les ha permitido ver un futuro lleno de posibilidades, incluso en medio de la incertidumbre. 

En el Día Internacional de la lucha contra el cáncer infantil, su historia se convierte en una fuente de inspiración y luz para todos aquellos que enfrentan situaciones similares. Hacia ellos y por ellos es nuestra oración.

Buenos días, Juan Antonio. Gracias por acompañarnos en este momento tan especial cara a esta fecha tan señalada. ¿Podrías comenzar contándonos un poco sobre Andrea y su diagnóstico?

Buenos días. Es un placer estar aquí. Andrea, nuestra hija, fue diagnosticada con cáncer hace dos años. Fue un momento devastador para nuestra familia, pero también un punto de inflexión en nuestra fe y cómo enfrentamos la vida en momentos tan difíciles. Tú estas feliz por los logros conseguidos en tu vida y sin previo aviso se presenta esta situación que parte de un pequeño dolor de espalda que bien podemos pensar que fuera fruto de una caída, pero no. Ese dolor escondía algo más serio.

¿Cómo fue el proceso de aceptar esta dura realidad y en concreto hacerlo desde vuestra fe?

Al principio, fue un desafío. Sentimos miedo y confusión, pero nuestra fe fue un refugio. Nos aferramos a la esperanza y al amor que enseña nuestra religión, buscando en la oración y en la comunidad el apoyo para aceptar y hacer frente a la enfermedad de Andrea. Familiares y amigos se compadecían de esta suerte que nos había tocado vivir. En los primeros días todo fue negación. No aceptábamos el por qué de esta condición cuando ningún mal habíamos hecho a nadie. No queríamos ni oír hablar de la enfermedad de Andrea. Todo era oscuridad e incluso nos sentíamos señalados por amigos y conocidos. Una culpabilidad inexplicable.

Y en relación con esa culpabilidad, ¿Cómo ha influido esta situación en tu relación con tu esposa y con Andrea?

Nos ha unido aún más. Nos hemos apoyado mutuamente en los momentos difíciles y hemos aprendido a valorar cada momento juntos. Nuestra relación con Andrea se ha fortalecido, entendiendo que cada día es un regalo y que la vida es un don de Dios que necesita ser valorado y apreciado a cada instante. Nos sentimos una familia muy unida que a diario trabaja por la felicidad de nuestras hijas, que busca en cada momento una ocasión para reír, que acude a la iglesia para cargar pilas y llenarnos de fuerza para comenzar cada semana con alegría, valor, esperanza y fe. Nos gusta mucho bromear y hacer de cada situación un chiste. Nuestra bandera es la sonrisa incluso en esas sesiones de quimio hemos buscado cómo divertirnos y llenarnos de momentos mágicos que, quizás, en otras situaciones no hubiéramos sabido aprovechar. 

Comprendo y mi más profunda admiración. ¿Qué consejos darías a otros padres en una situación similar?

Esto lo hemos hablado mucho. Yo diría que nunca pierdan la fe y la esperanza. Busquen apoyo en su alrededor, sean pacientes y sobre todo, amen y valoren cada instante con sus hijos. La fortaleza se encuentra a menudo en los momentos más difíciles.

Por desgracia hay muchas familias en esta situación. Hay asociaciones que te ayudan y motivan para afrontar cada momento. Te orientan y explican con diferentes terapias y ayudas que te hacen ver eso, que no estás solo, que somos una familia más que debemos hacer frente a la enfermedad y que cada día cuenta. Por eso, no nos permitimos el lujo de perder un día con malos rollos, al contrario, desde que nos levantamos buscamos el buen humor y el positivismo. Sé que hay muchas clases de enfermedad y, por desgracia, algunas son abordadas con poco tiempo. Nuestra oración por esas familias que, por desgracia, no gozan de la dicha de sus hijos y sufren algo que es difícil de explicar porque nadie que ha pasado por ello puede ponerse en el lugar de perder a un hijo. Sí, nuestra oración por ellos y que Dios les ayude y de fortaleza para superar cada día. Pienso en ello y me estremezco de dolor. 

Quería referirme a esos momentos de incertidumbre, dudas y miedos... ¿Cómo se manejan?

Nos apoyamos mucho en la oración y en la confianza en Dios. También hablamos abiertamente sobre nuestros miedos, lo que nos ayuda a enfrentarlos juntos como familia y, por supuesto, en los apoyos de las Instituciones que tienen grandísimos profesionales para darnos ese empujón para no caer en el desánimo. El miedo es humano. ¿Cómo se puede manejar? Desde la oración y la confianza en Dios. Dejamos en Él nuestras incertidumbres y encontramos consuelo y fuerzas para seguir caminando. No es fácil, la verdad, pero sentimos su mano a diario.

¿Qué papel ha jugado la comunidad en su experiencia?

Un papel fundamental. Hemos recibido apoyo emocional, espiritual y, en ocasiones, ayuda práctica de nuestra parroquia y de amigos cercanos así como de asociaciones e instituciones. Cuando uno se encuentra en esta situación se da cuenta de la cantidad de gente buena que hay para todas estas situaciones. Todo este apoyo ha sido crucial y es hoy en día para nosotros.

Aunque al principio te sientes tirado a tu suerte, con el tiempo compruebas que esto no es así. Los apoyos funcionan muy bien sincronizados y siempre hay una palabra de apoyo y, por supuesto de consuelo.

Mirando hacia el futuro, ¿cómo ven los próximos años?

Con esperanza y fe. Sabemos que habrá más pruebas, pero también momentos de alegría y gratitud. Nuestra meta es vivir cada día al máximo y seguir fortaleciendo nuestra fe y amor como familia. Te comentaba antes que buscamos en cada minuto una oportunidad para reír y para mirar al frente. Soy, somos muy afortunados porque disfrutamos de una familia muy unida y muy querida por todos los que nos rodean. Esto creo que es crucial en la vida. Es pisar la calle y tener a mano el saludo cariñoso de un vecino y su ofrecimiento en lo que nos haga falta.

¿Hay alguna enseñanza especial que hayas aprendido y quieras compartir?

¡Claro! Que la fortaleza surge en los momentos de debilidad, y que la fe nos da la capacidad de encontrar luz incluso en los días más oscuros. Cada prueba es una oportunidad para crecer y amar más profundamente. El futuro es más cierto si confiamos en Dios y depositamos en él nuestros miedos.

Para terminar, ¿qué mensaje te gustaría enviar a otras familias que pasan por situaciones similares?

Que no están solos. Que busquen apoyo en su fe, en su comunidad y nunca pierdan la esperanza. La vida tiene desafíos, pero también está llena de amor y belleza, especialmente cuando se comparte con los seres queridos.

Muchas gracias, Juan Antonio, por compartir tu historia y tu inspiradora fortaleza con nosotros. Tus palabras sin duda llevarán luz y esperanza a muchos. 

En la despedida de esta charla con Juan Antonio, nos llevamos no solo una historia de ejemplo y superación, sino también un mensaje de fe profunda y esperanza inquebrantable. En las palabras de Juan Antonio y en la sonrisa valiente de Andrea, encontramos un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la fe puede guiarnos hacia la paz y la fortaleza.

A nuestros queridos lectores de Capuchinos Editorial, les extendemos una invitación a reflexionar sobre esta historia, no solo como un relato de lucha contra el cáncer infantil, sino como una lección de vida impartida a través de la fe. En cada paso de Juan Antonio y Andrea, vemos la manifestación de una fe que no titubea, una fe que convierte el miedo en fortaleza y la incertidumbre en esperanza.

Que esta historia sirva como un recordatorio para todos nosotros: en la fe encontramos un refugio inagotable y una fuente de amor incondicional. 

Así como Juan Antonio y Andrea han encontrado en su fe la fortaleza para enfrentar cada día, que cada uno de nosotros pueda también hallar en nuestra propia fe la luz para iluminar nuestro camino, sea cual sea la prueba a la que nos enfrentemos. Además, el camino es difícil y, a diario encontramos momentos de fragilidad que nos hacen dudar de nosotros mismos, pero podemos caminar y contar con muchos profesionales que nos ayudan en esos momentos

Que la historia de Juan Antonio y Andrea inspire a cada uno de nosotros a abrazar nuestra fe con renovada convicción, sabiendo que, juntos y apoyados en nuestra creencia, podemos enfrentar cualquier desafío que la vida nos presente. Recordemos siempre: en la unión, la fe y el amor, encontramos nuestra mayor fortaleza.

                       (Luis López)

  • Compártelo!