Enrique Guevara Pérez. El Cristo de Medinaceli y su Archicofradía

Enrique Guevara Pérez. El Cristo de Medinaceli y su Archicofradía



¿Quién es Enrique Guevara?

Nacido en Madrid en 1978. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Dirección Financiera por ESIC.
Cofrade madrileño, miembro de varias hermandades, en donde ha ocupado puestos de responsabilidad, y hermano de honor de otras tantas, habiendo pertenecido, además, durante más de una década, al Consejo Diocesano de Hermandades y Cofradías de Madrid, como secretario, y habiendo fundado en 2012 la revista Semana Santa en Madrid, siendo actualmente su director. Dicha vinculación con el mundo cofrade matritense le hace tener especial trato, predilección y reconocimiento por la Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, de Medinaceli.

Su principal labor radica en dar luz a la historia de nuestra desconocida Semana Santa, siendo colaborador de diferentes medios de comunicación, destacando su labor, mes a mes, en las páginas del Boletín de las Cofradías de Sevilla, cuyo órgano le distinguió en 2009 con la entrega de su insignia de oro.

Ha participado en obras colectivas como, Cincuenta aportaciones documentales a la historia de las hermandades de Sevilla (2009); Semana Santa, Patrimonio de la Humanidad (2011); Vía Crucis. Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011 (2012); y Esperanza Macarena, historia arte y hermandad (2014).

Posee seis libros publicados sobre la Semana Santa de Madrid y sus cofradías, el primero aparecido en el año 2000, el segundo en 2004, el tercero en 2010, el cuarto en 2015, el quinto en 2017, y el sexto ahora, de novedosa edición, bajo el título El Cristo de Medinaceli y su Archicofradía. Cuatro siglos de leyenda, historia, arte y devoción, fundando también el boletín informativo “Stabat Mater Dolorosa” de la Real Cofradía de Ntra. Sra. de los Siete Dolores, de Madrid, en 2001 y habiendo sido su primer director.

Sobre la Semana Santa sevillana publicó el libro “Los tesoros perdidos de la Semana Santa de Sevilla”, en 2013, habiendo conseguido tres ediciones del mismo.

Tiene en su haber la presentación de diversas ponencias y participación en congresos de estudio cofrade; habiendo pronunciado igualmente otras tantas exaltaciones y pregones entre las que destaca el Pregón de la Semana Santa en la Hermandad del Gran Poder y la Macarena (Madrid, 2007), el Pregón de la Semana Santa castrense en la Hermandad del Cristo de los Alabarderos (Madrid, 2009), el Pregón a Ntra. Sra. del Carmen (Alcalá de Henares, 2009), la Exaltación del III centenario de la Archicofradía del Cristo de Medinaceli (Madrid, 2010), el Pregón de la Semana Santa en la Hermandad de Jesús Nazareno “El Pobre” (Madrid, 2011), el Pregón de la Semana Santa en la Hermandad de los Estudiantes (Madrid, 2013), el Pregón del III centenario fundacional de la Hermandad del Rosario, de Villaverde (Madrid, 2013), la Exaltación del 70 aniversario fundacional de la Hermandad del Divino Cautivo (Madrid, 2014), el Pregón del Rocío en la Hermandad de Moratalaz (Madrid, 2018), habiendo sido designado para pregonar la Semana Santa de 2019 en la Archicofradía de Jesús Nazareno, de Medinaceli.

Háblanos de la Semana Santa en Madrid

No es seguramente la de Madrid la más afamada de todas las celebraciones pasionales que tienen lugar a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, pero, sin duda alguna, sí viene a ser una de las Semanas Santas con mayor participación en cuanto a número de fieles en las calles, además de poseer en su seno grandes devociones, como esta de Jesús Nazareno de Medinaceli.

La Semana Santa madrileña, a pesar de ser para muchos una gran desconocida, cuenta con más de cinco siglos de historia que simbolizan un pasado no exento de dificultades, si bien ha llegado esplendorosa a la actualidad con un total de trece cofradías, que procesionan de Domingo de Ramos a Sábado Santo, y que constituyen un compendio de religiosidad en estado puro de la ciudad de Madrid.

No podemos obviar, en su historia más reciente, lo decisivas que han sido para la Semana Santa de Madrid las tres últimas décadas en cuanto a su configuración actual, ya que se han fundado nuevas cofradías, las hermandades están más cohesionadas, existe un sentido eclesial mayor, el patrimonio se cuida en la medida que merece, los cultos resultan más solemnes y hasta se han ampliado los días de procesiones cuando anteriormente únicamente se circunscribían a Jueves y Viernes Santos.

La imagen de Jesús Nazareno, de Medinaceli, cuenta con una especial relevancia en el seno de la Semana Santa madrileña, ya que su Archicofradía pasa por ser la más numerosa en nuestros días, además de haber constituido la imagen titular del Cristo un verdadero eje a través del cual se ha vertebrado a través de los siglos, y más concretamente desde su llegada a Madrid en 1682, la Semana Santa de la capital.

Cofradía

No es fácil ser cofrade en Madrid, más bien meritorio, ya que las distancias y las demás ocupaciones laborales y familiares restan tiempo para vivir como se quisiera el seno de una hermandad. Aun así, ser cofrade define un estilo de vida, un compromiso permanente y una dedicación a la que nos debemos en pro de la exaltación devocional a nuestras imágenes titulares.

Y es que una cofradía, hoy en día, supone mucho más que una simple procesión de Semana Santa o un entusiasmo fervoroso hacia las imágenes, ya que constituye una responsabilidad en el sentido de formación espiritual de sus miembros, de caridad y solidaridad con los necesitados y de un culto mantenido a sus titulares, fruto de ser parte de una Iglesia del siglo XXI; y todo ello con unas formas muy particulares, y creo que atractivas, porque ni las cofradías son seminarios, aunque ejerzan de células formativas, ni son ONG´s, aunque entre sus fines principales se halle el auxilio al necesitado.

Desde estas páginas que se me brindan animaría, especialmente a los muchos madrileños que presencian las procesiones en las calles en Semana Santa, a que se acercaran durante el resto del año también a las cofradías de su ciudad y vivieran la experiencia que se les brinda, bien en su vida diaria, bien en su momento esplendoroso de la salida procesional vistiendo la túnica de nazareno.

En concreto, considero que la Archicofradía de Jesús de Medinaceli está haciendo un magnífico trabajo y una impagable labor hacia la Semana santa madrileña. Nunca tuvo en su historia parangón con la vitalidad e ilusión que vive de unos años a esta parte.

Devoción al Cristo de Medinaceli

Sin duda alguna, continúan vigentes el fervor y la devoción a Ntro. Padre Jesús Nazareno, cuya efigie, desde el camarín que preside su basílica, recibe la visita diaria de una numerosa concurrencia, habiéndose convertido el templo en lugar de peregrinación universal, y su imagen en el alfa y el omega de un sentir religioso que ha traspasado las fronteras locales de Madrid.

La entidad y el arraigo devocional de la imagen se trascriben en un proceso continuado de adaptación y consolidación entre los madrileños, desde su llegada a finales del siglo XVII a la Villa y Corte, siendo habitual por frecuente, su reclamada intervención milagrosa al solicitarle favores, según se desprende de la tradición y de su apego social. Por todo ello, Jesús de Medinaceli continua, tras más de tres siglos, presidiendo la vida cotidiana de todo Madrid desde su elevada y central hornacina sita en su homónimo templo, hoy convertido en basílica, rodeado de un nimbo de gloria, convirtiéndose en el alma espiritual de la ciudad y en punto de referencia de tantas y tantas hermandades dedicadas a esta advocación, a lo largo de toda España y el mundo entero. 

Especialmente significativas son las citas que todos los viernes del año se suscitan a las plantas de Jesús Nazareno, con muy especial trascendencia en la jornada del primer viernes del mes de marzo, en donde resulta llamativo contemplar este bravo gesto de fervor en el que toman partido todo tipo de gentes que acuden a postrarse a los pies del Nazareno en demanda de concesión de gracias y correspondencia de favores a cambio de un beso y otras muchas penitencias autoimpuestas, como puso de manifiesto en sus coplas el poeta franciscano-capuchino fray Mauricio de Begoña:

No es devoción falsa y loca
traer besos en la boca
nacidos del corazón;
es como mejor se invoca
y a la vez se otorga un don.
Así dio la Magdalena
dolor y amor en su escena.
Así te damos, Señor
legaria, cariño y pena
en todo un beso de amor.

Se hace necesario ver para comprender esta devoción, cómo los fieles detenidos en el recodo del camarín con la mirada perdida y la mente puesta en tantas peticiones que no saben ni que promesa elegir para dar a cambio, si bien ellos saben que junto a Jesús Nazareno están respirando la unción que rezuma la imagen y que están saboreando el séptimo cielo con los labios.

No quisiera resultar rotundo en mis aseveraciones, pero quien tenga ojos, que vea, y quien quiera creer, que venga a sus plantas un primer viernes de marzo. Ahí queda resumida mucha de la devoción que irradia esta imagen, junto a su otra gran cita que es su procesionar en la tarde-noche del Viernes Santo.

Desde esta experiencia, ¿Puedes relatarnos alguna anécdota o curiosidad?

Toda la historia que rodea a la imagen de Jesús Nazareno constituye en sí misma un verdadero foco de atracción y ensimismamiento. Desde sus desconocidos orígenes, hasta la persuasión que siempre ha mantenido hacia el pueblo siglo tras siglo.

Resulta muy curioso cómo su cofradía celebraba en los orígenes dos fiestas, una en el mes de enero y otra en septiembre, conmemorando que en esos meses respectivamente tuvo lugar en 1682 el rescate de la imagen de los moros y su llegada a Madrid, siendo que además lo festejaba ofreciendo sendas comidas a los pobres de las cárceles y de los hospitales madrileños.

Es llamativo también definir cómo en las constituciones fundacionales de la Archicofradía, en 1710, el fin principal de su instituto era el acompañar a la imagen en su procesión que se llevaba a cabo en la mañana del Viernes Santo, o cómo fruto de las medidas de los gobiernos ilustrados, la procesión estuvo suspendida sin salir entre 1759 y 1791 en que por un favor otorgado al Gobierno por parte de la imagen, al ayudar milagrosamente al sofoco de un incendio suscitado en la plaza Mayor el 16 de agosto de 1790, le fue concedido el privilegio de volver a procesionar en Semana Santa.

Digno de destacar igualmente constituyen las ocultaciones y traslados que vivió la imagen en plena Guerra Civil española, si bien en el viaje que llevó a Jesús Nazareno hasta Ginebra en 1939 cuenta el cronista de la expedición que “… formé los camiones poniendo a la cabeza el que conducía al Cristo de Medinaceli para que nos protegiera…”

¿Un mensaje para nuestros lectores?

Quisiera que el verdadero mensaje de esta entrevista radicara precisamente en vocear y clamar a los cuatro vientos la inmensa suerte que tenemos de estar cerca de esta imagen de Jesús Nazareno, de lo animosos que debemos predisponernos quienes conocemos de su permanente ayuda y protección para extender su devoción.

Hubo quien me preguntó un día Quién era para mí el Cristo de Medinaceli; y quise contestar que es la Roca contra la que golpean las mareas y rompen las olas sin moverla; el baluarte en el que sentirse protegido, el refugio donde ganar seguridad, la fortaleza inexpugnable que nadie podrá nunca asaltar, el alcázar que nunca se rinde, la salvación que redime de tanto oprobio, tanta desolación y tanta ruina de muerte. Él es la piedra angular que nadie podrá jamás mover, porque sus pies se han solidificado de las aguas de la invulnerabilidad que proporcionan millones de besos. 

Y es que, postrados ante la imagen de Jesús Nazareno, se permanece ajeno a todo cuanto ocurre a nuestro alrededor, al sacrificio incruento que nos rodea, y los rezos bisbiseados de quienes se arrodillan y se aferran a su reja, se reflejan en las miradas que se clavan como alfilerazos en la cara compungida del Cristo de Medinaceli.

Créanme que, al bajar los peldaños tras haber rendido visita al camarín de Jesús Nazareno, uno desciende con la misma fuerza interior con que Moisés bajó del Sinaí y radiante la piel de la cara por haber hablado con el que muchos han venido en denominar como el Señor de Madrid.

 

Puedes ver el vídeo de la presentación del libro

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