Antonio Oteiza. La belleza, clave para predicar sobre la vida

Antonio Oteiza. La belleza, clave para predicar sobre la vida

Arte, belleza y pala­bra. Para abordar y de­batir sobre cuestiones de actualidad. Como el hambre, el cambio climático, la igualdad entre hombres y muje­res, la pobreza, la mortalidad in­fantil, la paz o el despilfarro. Al­gunos de los temas sobre los que reflexiona el papa Francisco en su última encíclica (carta), "Fra­telli tutti" -Todos Hermanos-. Y sobre la que predica con sus imágenes el sacerdote ca­puchino Antonio Oteiza. Con diecinueve cartones pintados con acrílico, este "sabio del siglo XXI" y hermano del escultor Jorge Oteiza, que pinta, esculpe, escribe ... quiere acercar estas realidades "a través de la belleza". "El papa está abordando temas muy candentes de interés para creyentes y no creyentes. Pero no solo hay que divulgar con la palabra. Lo que hace eficaz la predicación es la imagen y yo quiero ayudar a dar a conocer las palabras del papa", reflexiona. 

Entre los temas que ha pintado (nacionalismos, pobreza, sufrimiento de la mujer, amabilidad, diálogo, amor, ...) destaca Oteiza la importancia de la "acogida" que agrupa en una serie sobre san José y el Buen Samaritano. "Hay que acoger a los emigrantes que vienen de África". "El papa habla de san José como esa figura que acogió a la Virgen y a su Hijo". Respecto de la parábola del Buen Samaritano, se refiere a los hombres "que padecen, que están heridos y necesitan ser acogidos". 

 




El cambio climá­tico y la desigualdad son otras de las realidades, insiste, que quiere abordar a través de la belleza. "Los temas de los que habla el pa­pa sirven para todo el mundo, creyentes y no creyentes. Son similares a los 17 objetivos para de sarrollo sostenible de la ONU''.

ARTISTAS ACTUALES. El artista, cree Antonio Oteiza, debe ser "un hombre actual" que añada "algo más a la realidad".
"La imagen religiosa no debe ser solo realista o bonita sino que tie­ne que tener una expresión. Es lo que le da fuerza y levanta la voz".

LAS RELIGIONES. "Las distintas religiones, a partir de la valoración de ca­da persona, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraterni­dad". En este cartón, Antonio Oteiza reproduce los tres elementos de todas las religiones: la bondad, la belleza y la sabiduría. "Si no hay belleza, la ver­dad es rechazada. Es el elemento esencial que comunica la verdad y la bondad", insiste el sacerdote capuchino.

MÁS CERCANOS PERO MENOS HERMANOS. "Los conflictos loca­les y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía glo­barpara imponer un modelo cultural úni­co. Esta cultura unifi­ca al mundo pero, también, a las perso­nas y las naciones porque la sociedad cada vez más globali­zada nos hace más cercanos pero no más hermanos", re­coge el papa Francis­co en su última encí­clica.

¡Esa expresión es el grito!. A este respecto, critica el "problema gordo" que tiene la Iglesia actual. "Si no llega a más gente, es porque no se enseña la belleza. Dios es verdad, bondad y belleza". En su opinión, si a la religión se le hurta esta belleza, "el conoci­miento de Dios queda mutilado". "Si no hay belleza, la verdad será rechazada y lo que se predica es falso. ¡Hay que decírselo a los obispos!". Y recuerda cómo du­rante la evangelización católica de América Latina, a partir del si­glo XVI, los talleres de arte de las iglesias fueron tan importante entre los indígenas. "La gran de­voción surgía de los cuadros, no de las predicaciones". Y recuerda la crisis actual por la que atraviesa la Iglesia. "Existe un contra­tiempo de primer orden, que es la falta de belleza. Si no se resuelve este punto, todos los demás son insustanciales". Cuenta que re­cientemente ha impulsado una exposición con niños y adoles­centes de varios colegios de Ma­drid, en donde se ha dado cuenta de esta realidad. "Los pequeños tienen un hambre de belleza. Pero cuanto más se asciende en la edad, cuanto más arriba esta­mos, más hambre hay".

 

 

Con el cerebro no se llega al arte.Y concluye con una reflexión sobre la importancia del arte sacro "para reforzar la parte humanística de lo secular y para enseñar el día a día". Como este artista, de elegante pañuelo en el cuello, ha intentado con sus cartones de acrílicos que se expo­nen en Pamplona y con los que predica sobre la vida cotidiana.

Me hice escultor por necesidad, con 30 años, en una misión en Venezuela. Antonio Oteiza fue misionero desde la década de los cincuenta del siglo pasado en Cuba, Vene­zuela, Brasil o Perú. "Mi afición por el arte na­ció de una necesidad. Andaba a mis 30 años por el oriente venezolano y era el año del tercer centenario de la llegada de los capuchinos a esas regiones donde habían fundado multitud de pueblos. Quise hacerles algún recordatorio. Pensé en un monumento y busqué un escultor, pero no lo encontré. Así que busqué barro y to­do lo necesario y lo hice yo mismo", recuerda el artista entre risas. Además de escultor, pintor o escritor (publicó 'Cartas parroquiales de An­gasmarca', sobre su experiencia en Perú, o 'Ma­nifiesto de misiones', sobre sus vivencias en América Latina), Antonio Oteiza se considera un "aventurero". "He emprendido varios viajes, algunos fuera de lo normal (como cuando re­gresó a España por el océano Pacífico para completar la vuelta al mundo)". Una década después, en 1969, trabajó con su hermano Jorge en el santuario Nuestra Señora de Aránzazu en Oñate (Guipúzcoa). "Él estaba en otros mundos y yo le ayudé a decidir los planos, los volúmenes geométricos y los huecos". Jorge Oteiza fue ele­gido para encabezar la obra junto al arquitecto Francisco Javier Saénz de Oiza; los escultores Lucio Muñoz y Eduardo Chillida y otros pinto­res. "Fue la única vez en la que los dos hermanos trabajamos juntos".

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