Hoy es San Pío de Pietrelcina

Francisco Forgione De Nunzio, hijo de Grazio María y de María Josefa, nació en Pietrelcina, Provincia de Benevento (Italia), el 25 de mayo de 1887; fue bautizado el día siguiente en la iglesia arciprestal de Santa María de los Ángeles; y en 1899 recibió la Primera Comunión a la edad de 11 años, y el 27 de septiembre, los 12, el sacramento de la Confirmación.

San Pío de Pietrelcina

A la edad de 5 años prometió “fidelidad” a San Francisco de Asís y comenzaron para él los primeros fenómenos místicos: éxtasis, ataques, también físicos, del demonio, visiones del Señor, de la Virgen María, de San Francisco, del Ángel Custodio…, que no comunicó a nadie hasta el año 1915, porque “creía que eran cosas ordinarias que sucedían a todas las almas” 

El 22 de enero de 1903 vistió el hábito capuchinos en Morcone y recibió si nuevo nombre: Fray Pío de Pietrelcina. Emitió los votos religiosos temporales en esa localidad el 23 de enero de 1904, y los perpetuos, en San Elia a Pianisi el 27 de enero de 1907.Cursó sus estudios de filosofía y teología en los centros de formación que los Capuchinos de la Provincia de Foggia tenían en San Elia a Pianisi, San Marco la Cátola, Serracapriola y Montefusco; y en su camino hacia el sacerdocio, recibió la órdenes menores en Benevento  el 19 de diciembre de 1908, el Subdiaconado dos días después, el 21 de diciembre, en la misma ciudad, el Diaconado en Morcone el 18 de julio de 1909, y la ordenación sacerdotal en Benevento el 10 de agosto de 1910, después de hacer obtenido de la Sagrada Congregación de Religiosos la dispensa de nueve meses de la edad requerida, en documento del 1 de julio de 1910.

Una enfermedad misteriosa –para los médicos y para él mismo: “Yo ignoro la causa de todo esto. Y en silencio adoro y beso la mano de aquel que me hiere”, escribió a su Director espiritual en carta el 26 de mayo de 1916- le obligó a dejar el convento y buscar el clima y los aires de su Pietrelcina natal desde los primeros meses del año 1909 hasta el 17 de febrero de 1916.

En estos años, sus penitencias, sus largas horas de oración, su lucha denodada contra los ataques, más violentos si cabe que en las etapas anteriores, de Satanás, los fenómenos místicos antes citados que se repetían y a los que hay que añadir la “coronación de espinas”, la “flagelación”, las “llagas” de su cuerpo desde el mes de septiembre de 1910, que, ante sus ruegos insistentes al Señor, permanecieron por unos años invisibles…, y le prepararon para cumplir su “grandísima misión”; misión que ya se le reveló en el año del noviciado y a la que hará alusión en un ácrata de noviembre de 1922 a su hija espiritual Nina Campanile: “Pero Tú, que me mantenía oculto a los ojos de todos, tenías confiada a tu hijo una grandísima misión que sólo se nos ha dado a conocer a Ti, Dios mío, y a mí”.  

En los años 1915-1917, durante la primera guerra  mundial, con prolongadas ausencias por motivos de salud, sirvió como soldado a la nación, en Benevento, Nápoles y Foggia.

El 28 de julio de 1916, con la intención de tomar durante unos días aire puro de la montaña subió por primera vez a la fraternidad de Capuchinos de San Giovanni Rotondo. Regresó de nuevo a este pequeño pueblo del Monte Gárgano el 4 de septiembre, y en este convento, silencioso y solitario a principio y bullicioso y concurridísimo después, lo quiso el Señor durante los últimos 52 años de su vida, hasta el 23 de septiembre de 1968, y para siempre después de la muerte. 

El 20 de septiembre de 1918 recibió las “llagas”, en manos, pies y costado. Éste y otros carismas extraordinarios le obtuvieron muy pronto una fama mundial, pero le acarrearon también un sin fin de problemas. 

Graves calumnias, también de algunos que tendrías que buscar y defender con más celo la verdad, motivaron, en los años 1922 y 1923, las primeras disposiciones del Santo Oficio, que, además de declarar que no constaba la sobrenaturalidad de los hechos, imponía serias restricciones al ministerio pastoral del Padre Pío. Estas restricciones fueron absolutas desde el 11 de junio de 1931 hasta el 16 de julio de 1933, de forma que no se le permitía ni salir del convento ni recibir visitas ni mantener correspondencia con el exterior…; podía sólo celebrar la Santa Misa en privado, en la capilla interior del convento. Por motivos muy turbios y, sin duda, como afirmó Juan Pablo II en la homilía de la beatificación, “por una permisión especial de Dios”, tuvo que sufrir de nuevo, en los años 1960-1964, sacrílegos espionajes y dolorosas incomprensiones, calumnias y limitaciones en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. 

Pero, en los muchos años en que pudo ejercer sin trabas su ministerio, el Padre Pío realizó una intensa y sorprendente labor sacerdotal, centrada en el altar y en el confesonario, que impulsó a muchos miles de hombres y mujeres de todo el mundo hacia la santidad, ayudó a otros a recobrar la fe o a encontrar a Dios, y enriqueció además a la Iglesia con obras tan importantes y beneficiosas como la “Casa Alivio del Sufrimientos” y los “Grupos de Oración”. 

El Padre Pío murió, casi de forma inesperada, a las 2,30 del día 23 de septiembre de 1968; la “hermana muerte“ borró de su cuerpo todo rastro o cicatriz de las “llagas”

Elías Cabodevilla (Capuchino)

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