Día Mundial del Hábitat

A la hora de escribir esta sección editorial de la revista me suelo fijar en los días internacionales o mundiales que se celebran cada mes y tomo como fuente de inspiración alguno de ellos. Todos los meses, todos los días, tenemos algún acontecimiento especial. Este mes me he fijado en el día Mundial del Hábitat. 

Día Mundial del Hábitat


Parece ser que, desde los años 80, se ha visto cómo, cada vez más personas que viven en zonas rurales dejan sus lugares y se trasladan a las ciudades buscando un estilo de vida mejor. Muchas de estas personas se asientan en la periferia de las ciudades y, sin una buena planificación aparecen nuevos problemas. En nuestro país en estos años somos conscientes de la realidad de la España vaciada, de la despoblación y envejecimiento de las zonas rurales. 

El día mundial del Hábitat se celebra cada año el primer lunes de octubre. Este año coincide con el día de San Francisco de Asís. Naciones Unidas propone la celebración de este día para que reflexionemos sobre el estado de pueblos y ciudades y sobre el derecho de todos los seres humanos a una vivienda adecuada, pues la vivienda es mucho más que un techo bajo el que cobijarse. 

De esta manera la preocupación y empeño de la ONU es que podamos hacer de nuestras ciudades entornos más habitables, ecológicos e inclusivos. Asimismo, se quiere poner el acento en el derecho a vivienda digna, en la necesidad de promover una planificación urbana que de´ respuesta a los nuevos retos y problemáticas urbanas. Se trata por tanto de promover unas políticas urbanas y un urbanismo más comprometido social y ambientalmente. 

La crisis sanitaria derivada del coronavirus ha alterado radicalmente nuestras vidas. A los miles de personas que han fallecido hay que añadir una situación de confinamiento inédita para la que nadie estaba preparado. En este tiempo, las medidas de control propuestas por las autoridades sanitarias, sobre todo en ciudades y áreas urbanas, con la falta de acceso a espacios exteriores, han puesto de manifiesto los efectos perjudiciales en la salud mental y física de las personas, sobre todo en viviendas pequeñas. No ha sido fácil la cuarentena y el autoaislamiento. Hemos descubierto que una vivienda tiene que cumplir unos requisitos básicos, como tener suficiente espacio, suficiente luz, que podamos trabajar, vivir, tomar el sol en el balcón o la terraza y contar con los servicios básicos a los que cualquier persona pueda acceder. 

Deseamos recuperar muchas cosas que hemos perdido y hablamos de volver a la normalidad. La reflexión y la mentalización sobre el hábitat en el que vivimos nos lleva a caer en la cuenta de que “la urbanización se puede aprovechar para luchar contra la pobreza, la desigualdad, el desempleo, el cambio climático y otros desafíos globales urgentes”.

Fr. Benjamín Echeverría

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