SERCADE no solamente ejecuta programas propios sino que también apoyamos a otras Instituciones con las que los Hermanos, en cualquier punto de España, han mantenido una relación fraterna durante años y que consideramos fundamental apoyar al ser partícipes de la gran labor e impacto social de sus actividades.
Ese es el caso de un pequeño proyecto que nos llega desde Córdoba. Calificarlo de pequeño obedece más bien a cuantificar la medida de nuestro apoyo, de la contribución de SERCADE… sobre la envergadura del proyecto, después de leer el siguiente texto… que cada cual juzgue.
La grandeza de una obra social se mide, desde nuestro sentir franciscano, por la honestidad o la autenticidad de quien brinda esa ayuda. Hace unos meses un amigo sacerdote que vive en contextos de pobreza extrema en Madrid nos contaba: “lo fundamental cuando uno trabaja con “pobres”, no es ayudar, no es ser dador de ayuda, sino desnudarse para permitir que el otro te ayude a ti”.
Este texto que nos envió Marta, responsable del programa de la Asociación Hiedra, es una muestra de un trabajo social hecho desde la minoridad, desde la cercanía de quien no solamente ayuda sino también desde quien se deja tocar por la pobreza. En ocasiones, más allá de todas las palabras con las que calificamos la acción solidaria, lo único verdaderamente importante es “compartir la vida”.
La Asociación Hiedra, formada por personas voluntarias, es cordobesa y surgió en el año 1991 como respuesta a las enormes necesidades detectadas entre un colectivo de mujeres que ejercían la prostitución en casas regentadas por madames en el barrio de Cercadillas. Un grupo de mujeres, sensibles a lo que iban viendo y sobre todo escuchando, comenzaron a tratar de dar algunas respuestas a aquello que las mujeres iban demandando. Pronto pudimos contar con un pequeño local en la zona, al que las mujeres iban haciéndose asiduas poco a poco.
Posteriormente, tras la aparición de otra zona de prostitución callejera iniciamos visitas regulares nocturnas, actividad que aun mantenemos.
Desde el inicio tuvimos claro que la única forma de “trabajar” con personas (no nos gusta llamar trabajo a lo que realizamos) es desde la afectividad, el respeto y la incondicionalidad, es decir, la intervención en la zona sin fecha límite. Desde esta forma, a la que nos gusta llamar Amistad Liberadora, tratamos de estar presentes en su zona de trabajo y que el local sea un espacio de descanso y esparcimiento y sea, a través del encuentro y contando con ellas, desde donde trabajemos por la mejora de sus condiciones de vida y por el incremento de la dignidad a través de las muchas facetas necesarias para alcanzarla (salud, educación, vivienda, afectividad, mejora de la autoestima, ocio, acceso a recursos jurídicos, apoyo en emergencias… y en algunas situaciones, abandono del ejercicio de la prostitución).
Han pasado muchos años y varias situaciones han cambiado… las mujeres ya no se sitúan en la zona de Cercadillas, ya que fueron desplazadas por la especulación urbanística, su perfil ha variado en paralelo al contexto socioeconómico, etc. Acudir una tarde a nuestro local es hacer un recorrido a través de la historia reciente, la historia de las mujeres que cada momento ha ido llenando de dificultades y abandonando en los márgenes de la sociedad.
Una tarde cualquiera es probable ver a Eva, Paqui, a Ángela…. ya han cumplido los 60 y, aunque cada una de ellas es única, tienen algo en común y es que proceden de una España en la que había aun más pobreza, desigualdad y analfabetismo. Algunas de ellas vinieron de pueblos de la provincia a trabajar a la capital. Carmen, conocida como la “niña rubia” (que acaba de fallecer) siempre nos contaba cómo, tras quedar embarazada del “señorito de la casa”, se vio sola y con la imposibilidad de volver a su pueblo siendo madre soltera. La prostitución se hace aún más dura en la vejez.
Después, la heroína irrumpió fuertemente y eran muchas las chicas “enganchadas” que pasaban tardes en el local y asistían a talleres de cerámica, peluquería y estética… Desgraciadamente ya no queda ninguna de ellas. La droga y la marginación las mató.
En una de nuestras tardes también se hace patente el desarrollo socio económico de España durante una época. ¿Por qué? porque la nacionalidad de nuestras amigas cambia. ¿De dónde son?, pues de todos aquéllos países a los que este invento de la globalización va dejando fuera: Colombia, Ecuador, Marruecos, República Dominicana, Ucrania, Uruguay, Bolivia, etc... En los inicios, muchas de ellas vinieron engañadas, a veces sobre la actividad que realizarían y otras veces sobre las condiciones en las que ejercerían la prostitución. Nuestras nuevas amigas carecen de documentación, dejan hijos y familias a miles de kilómetros y traen mucha, pero que mucha nostalgia.
La vida continúa y África llama a las puertas de Europa. Por eso, ahora también acuden muchas chicas muy jóvenes, mayoritariamente de Nigeria, víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual y con un miedo atroz a la policía de extranjería y a ser detenidas. Miedo a ser encerradas en un CIE, deportadas a su país y a ver roto un proyecto que les ha costado mucho sufrimiento y violaciones de derechos humanos. Un proyecto que ha supuesto atravesar fronteras de países a los que Europa financia para que paren la inmigración sin preguntar cómo y mirando hacia otro lado.
Últimamente, desde que Rumanía se ha incorporado a la Unión Europea, son muchas las chicas rumanas altamente deterioradas que se han incorporado al proyecto, sobre todo en las visitas nocturnas que realizamos a su zona de trabajo en el Polígono Industrial de la Torrecilla. Muchas, la mayoría, explotadas por mafias de poca monta.
Para cerrar el ciclo de la historia, os contamos que de forma paralela al contexto de crisis económica, algunas mujeres españolas han regresado a la prostitución.
Durante el año 2015, hemos continuado presentes y, aunque ha sido un año duro para muchas de ellas, también hemos tenido alegrías.
Nos encanta compartir con vosotros como Rocío, una amiga del proyecto que sufre una leve minusvalía psíquica y que llevaba siendo explotada los dos últimos años, ha conseguido dejar la calle. Cada día la vemos más segura de su decisión y tratamos de darle todo nuestro cariño en ese difícil camino. O como por fin, Eva comenzó a cobrar su pensión no contributiva.
Aquí continuamos y continuaremos, compartiendo la VIDA. Desde Córdoba os mandamos un fuerte abrazo a toda la familia Capuchina.
Fdo. Marta de Luna, Asociación Hiedra